ERA UNA PERSONA DE ESAS, QUE MURIÓ JOVEN COMO SOLO UN ALMA VIEJA PUEDE HACER...

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martes, 15 de diciembre de 2009

GOTAS DE MUERTE



Oigo llover desde mi cama. Las cortinas corridas me mantienen a salvo de la luz. Las pesadillas parece que han cesado, pero yo sigo temblando. Miro mis manos cortadas por el frío. Estoy rígida. Mis ojos deambulan por la habitación. Espero una señal para levantarme, alguna razón para seguir viviendo. Nada.
Las sábanas me cubren medio cuerpo. Lo imagino cubierto totalmente, como si estuviera muerta, como si hubiese dejado de respirar este aire espeso y gélido.
Oigo risas en las calles adornadas. Alguien es feliz ¿puede serlo realmente?. La tormenta no cesa y yo no puedo moverme todavía.
La sirena de una ambulancia retumba en mi cabeza, puede ser que venga a buscarme a mi, a mi alma. No. Nadie sabe que existo, ni siquiera yo me lo permito. No soy nadie.
De repente oigo gritos en la calle. La gente corre bajo la lluvia. Algo grave ha ocurrido. Sonrío. Ya nadie parece contento, ¿qué habrá pasado?.
Me levanto muy lentamente, mis pies descalzos se acercan a la ventana. Descorro las cortinas y siento palidecer.
Está lloviendo sangre.
Todo el mundo corre de un lado para otro, nadie atiende a nadie. Las calles rojas parecen resbaladizas. Veo a una anciana intentando levantarse del suelo. Está empapada y nadie la ayuda. Un niño se le acerca pero apenas le hace caso. La madre lo agarra de la mano y salen a toda prisa dejando a la mujer en el suelo. Restos de compras navideñas desperdigados por todas partes. Perros olisqueando la sangre. Un espectáculo dantesco. Gotas de sangre empapan la ciudad y en lo alto de la iglesia un enorme cartel luminoso con el mensaje: FELIZ NAVIDAD.

jueves, 10 de diciembre de 2009

CEMENTERIO DE MUÑECAS




Sopla el viento. Un manto de hojas marchitas borra mis huellas al pisar sobre el sendero de la soledad. Los zapatos llenos de barro me adentran al camino putrefacto y siniestro de la muerte.
En lo alto del valle, apartado del mundo, se encuentra el cementerio de muñecas. Un lugar oculto dónde se halla parte de la maldad humana.
El silencio me abruma en este lugar desolador. Restos del pasado abandonados entre la maleza. Un cementerio de cariño, el único pecado cometido por los que allí habitan. Un lugar gris, dónde cientos de muñecas aparecen desnudas, degolladas y sucias. Ojos vacíos por no ver el triste final de años dedicados a su verdugo.
Seres inertes con sonrisas pintadas de tristeza.
Me arrodillo frente a ellas y acaricio sus lágrimas secas. Mis manos heladas cubren el rostro del abandono. Inocencia perdida de quiénes desprecian la compañía incondicional de un amigo.
Ya no juegan las muñecas en su cementerio. Recuerdos olvidados para siempre. Juguetes reemplazados que jamás volverán a oír la sonrisa de un niño.
El mal está en nuestro interior, es un instinto incontrolable El cementerio de muñecas, escondido a los ojos de los mayores, es un pequeño secreto dónde las mentes macabras se mezclan entre juegos inocentes.

sábado, 5 de diciembre de 2009

NOTAS DE SOLEDAD


Como un adorno olvidado en el trastero, como una figura maldita cubierta de polvo llamaste mi atención y te rescaté de aquel anticuario.
No somos las personas las que encontramos objetos, son ellos los que dejan que los encontremos. Muñecas caprichosas que te señalan con el dedo y deciden tu destino.

Desde entonces vivo obsesionada con esa caja de música. Me tranquiliza verla al llegar a casa y me aterra oírla sonar por las noches.
Melodía mortal que endulza mis momentos de soledad. Atraviesas el umbral de mis fantasías y te adentras en la quietud de mis sueños. Sinuosa bailarina que me mira descarada. Adormeces mis ganas de vivir con tus notas oscuras.
Almas encerradas en una caja inmortal. ¿Quieres que sea la siguiente?
Cabizbaja acaricio tus delicadas formas. Baila, baila alrededor de mis dedos. Gira sin parar adentrándote en mi cabeza.
Siento tu vida y tú sientes mi muerte.
Una noche me adormecí para no despertar. Cerré los ojos y escuché de fondo la dulce melodía. Las sombras que te rodean se acercaron a mi y me acunaron en sus brazos para que también forme parte de ti.
Notas de soledad que se adentraron en mi alma cuando más libre me sentía, cuando aún creía en la vida y que mis sueños se harían realidad. Sueños encerrados en una triste melodía, lágrimas de almas en pena que no liberarás jamás.

lunes, 23 de noviembre de 2009

ÁNGEL DE LA GUARDA




Ángel de la guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día…

De niña, mi abuela me explicó la historia del ángel de la guarda. Un ser de luz que vela por ti en las noches para que nada malo te suceda.
Cuando no podía dormir me abrazaba a la almohada rezando para que mi ángel viniera a protegerme. Me reconfortaba saber que alguien me acunaría en sueños y jugaría conmigo cuando tuviera pesadillas.
Durante años me aferré a esa leyenda para superar mi insomnio. La noche es mala compañera para los que se acobardan con facilidad, y yo necesitaba creer en ese ángel para poder conciliar el sueño.
Me acomodaba en la cama, cerraba los ojos y rezaba para que las alas de mi protector me abrazaran. Siempre acudiría a mi en las noches sin luna, en la fría oscuridad. Nunca lo llegué a ver pero sabía que no me abandonaría ,pues era mi ángel de la guarda y pasara el tiempo que pasara seguiría a mi lado.

Pero me abandonó.

Todo empezó una noche en la que desperté sobresaltada. La ventana estaba abierta de par en par y un viento gélido se colaba entre mis sábanas. Me levanté y cerré con fuerza la ventana. Sentía que algo se había colado por ella mientras dormía. Volví a acostarme y me abracé a la almohada, como cuando era niña. Las pupilas se dilataban al intentar ver en la oscuridad. Los muebles tomaban formas grotescas ante mis ojos. Los cerré fuertemente y me oculté completamente entre las sábanas.
De repente, oí unos pasos que se dirigían a mi. Bordeando la cama se detuvieron a la altura de mi cabeza. Podía oír los fuertes latidos de mi corazón. Alguien estaba en mi habitación, observándome. Sin atreverme a descubrir mi rostro esperé a que fuera quién fuera me dejara vivir y se marchara. El terror me paralizó. De mis labios se escapó un rezo casi inaudible.
Cuando creí haber enloquecido por el pánico ,levanté la punta de la sábana para comprobar que no eran imaginaciones mías.
Ante mi , una figura alada, con túnica negra me miraba fijamente. Con sus alas oscuras acalló mis gritos de pánico brutalmente. Sus ojos reflejaban lo inhumano. El horror se adueñó de mi, entorné los ojos hacia el cielo y caí en un sueño profundo para que el ángel infernal me poseyera.
A partir de ese día, nada volvió a ser como antes. Desperté pesadamente, con un olor extraño en mi piel. Como si me hubiesen enterrado entre cenizas muertas. Como si hubiesen ensuciado mi alma.
Las noches son ahora mi tormento. Hace días que no duermo, no puedo, no quiero hacerlo. Pues cada vez que intento conciliar el sueño, siento que el ángel oscuro está al acecho para atacarme.
La leyenda del ángel de la guarda era sólo un cebo para creer en la protección, para que, con esa devoción atrajéramos a los ángeles siniestros hasta nosotros.
Viven entre las sombras y se apoderan de nuestros sueños.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

HIJOS DEL SOL



















Tras la participación en el concurso de relatos de www.tejiendoelmundo.wordpress.com, tengo el honor de aparecer entre los tres ganadores. Mi relato quedó en segundo lugar, espero que os guste:


Con las manos temblorosas y el corazón en un puño, escribo mis últimas palabras desde este ático abuhardillado. Debo darme prisa, está anocheciendo y apenas puedo ver con claridad. Una vez que haya caído la noche, no me quedará más remedio que esperar aquí, en silencio, en absoluta oscuridad. De ningún modo encenderé la luz, eso me delataría, sería un suicidio.


Me llamo Marta y soy la única persona adulta que sigue con vida en este lugar.
No recuerdo con exactitud en qué momento el mal se cernió en este pueblo bajo la atenta mirada de Dios. Sólo sé que todo empezó un extraño mes de diciembre, unos siete años atrás.
Los vecinos de Loñana, un humilde pueblo que apenas llegaba a cincuenta habitantes, situado al norte de Galicia, comentábamos que algo raro le estaba sucediendo al clima de nuestra región. Aquí, las ventiscas y las lluvias son muy habituales a lo largo del año. Era pues, totalmente atípico que en pleno mes de diciembre, a punto de celebrar las navidades, estuviéramos sufriendo temperaturas de hasta 48 grados y no hubiera caído ni una gota de agua en lo que llevábamos de mes. El médico del pueblo, no daba abasto para atender a todos los vecinos que acudían a él deshidratados, con golpes de calor. Incluso algún que otro anciano falleció debido a las altas temperaturas.
Entre los enfermos, me hallaba yo, embarazada de cinco meses y con unas molestias terribles. Las fuertes patadas que sentía en el vientre, en ocasiones me cortaban la respiración. Pesadillas incesantes hacían despertarme de madrugada con sudores fríos y vómitos sangrientos. Lo más increíble era que todas las embarazadas del pueblo, siete en total, padecíamos los mismos síntomas.
El día de mi alumbramiento fue uno de los más desagradables de mi vida. Creí que moriría en el parto pues no recuerdo un dolor más inhumano, más aterrador. El bebé se abrió paso agarrándose a mis entrañas. Salió totalmente amoratado y con el rostro deformado por el esfuerzo. No oí su llanto al nacer, eso me preocupó, pues temí por su vida. Ahora sé, que simplemente se hacía el dormido.
Pasadas unas horas, la enfermera me obligó a darle el pecho. Yo no quería cogerle en brazos, creía que era algún síntoma post parto, pues no reconocía a ese niño como mío y no quería hacer nada más que echarme a llorar. La enfermera lo colocó en mi regazo y le ayudo a encontrar el camino para calmar su sed. No hizo falta que se esforzara demasiado, pues el bebé rápidamente se adueñó de mi pezón con furia. Succionaba fuertemente apretando los puños y mirándome directamente a los ojos. No pude hacer más que dejarme vencer por el dolor y el agotamiento. Me recosté en la almohada y las lágrimas empezaron a brotar de mis ojos. Al cabo de unos minutos me di cuenta de que el bebé respiraba de un modo fortísimo, como si se estuviera ahogando. Le agarré de la espalda y entonces fue cuando la vi; una pequeña mancha oscura a la altura del omoplato.
Los demás niños fueron naciendo paulatinamente bajo un sol abrasador. El calor sofocante, junto con el horrible dolor y el miedo, hizo que todas las madres creyéramos que íbamos a enloquecer.

Nada en Loñana volvió a ser como antes tras el nacimiento de esos niños marcados, y digo marcados, porque casualmente todos ellos tenían la misma mancha presidiendo su espalda. Mancha, que iba creciendo a medida que esos niños se iban haciendo mayores. De igual modo la respiración de todos ellos, aún estando tranquilos se tornaba año tras año más grave y profunda. Como si odiaran todo lo que les rodeaba y tuvieran que contener su rabia forzosamente.

Don Fernando, el maestro del colegio, fue la primera víctima de la furia de los pequeños. La primera pieza de una cadena de muertes que se fueron sucediendo durante aquella fatídica tarde. Los gritos alertaron a Doña Amparo, la cocinera, que en aquel momento se encontraba entre fogones preparando la comida . Al llegar al aula, quedó atónita al descubrir al maestro en el suelo, rodeado de los siete pequeños. Don Fernando aún agonizaba atado de pies y manos, con el pecho abierto y dos tizas incrustadas en los ojos. Todos lo observaban sonrientes, con las manos en los bolsillos, satisfechos de su obra. Los demás niños de la clase lloraban incesantemente y de un modo desconsolado tras la dantesca escena que acababan de presenciar.
Doña Amparo, gritó con todas sus fuerzas e intentó escapar hacia la puerta principal. Uno de ellos la estaba esperando en la entrada, el resto, la agarraron de las manos y la llevaron de nuevo a la cocina. Allí, derramaron la olla humeante encima de su anciano cuerpo y acercaron su rostro a los fogones hasta verla morir totalmente quemada.
Desde ese día, esos monstruos, deambulaban por el pueblo, con el único fin de acabar con todos nosotros. Nadie podía sospechar que esos críos inocentes se acercaban con dobles intenciones, eran niños, sólo eran niños. Solían atacar en grupo, en la plaza, en las tiendas, en el bar, cualquier lugar habitado por adultos era bueno para realizar una masacre general. Más tarde irían a buscarnos uno por uno. Picaban a la puerta pidiendo ayuda, como si fueran ellos los que estaban en peligro. Al abrir la puerta, uno de ellos hacía de anzuelo para que el adulto se confíe, luego entraban en tropel hacia dentro y ya no había escapatoria.
No hay palabras para describir lo que uno siente al oir los gritos de dolor de alguien a quien se le están arrancando los órganos. Cierro los ojos y aún puedo ver las imágenes sangrientas y aterradoras que presencié desde mi ventana. Siete niños , en la plaza del Ayuntamiento mirando fijamente al sol, como si estuvieran esperando su aprobación para acabar con todos nosotros. Pequeñas manos estrangulando, degollando y torturando a todos los vecinos desprevenidos. Charcos de sangre por todas partes, gritos huidizos y callados cuchillo en mano.
Mi marido y yo sabíamos que nuestro hijo era uno de ellos aunque él se negaba a creer que fuera cierto . No puedo plasmar en esta hoja de papel, el asco y la impotencia de saber que yo he traído al mundo a uno de esos seres. Intenté detener a mi marido, le supliqué que se quedara a mi lado pero me fue imposible. Bajó corriendo las escaleras y se dirigió a nuestro hijo. Éste, al verle, simplemente levantó la cabeza y asintió al astro rey. Desde arriba pude ver como entre todos lo reducían y mi hijo lo degollaba. La sangre salpicaba el cabello rubio del pequeño. Después de aquello ,simplemente enloquecí, ya nada podía hacerme pensar que sobreviviría a esa pesadilla. Salí como pude por la ventana y salté torpemente de un tejado a otro esperando encontrar algún lugar dónde refugiarme y esperar a que no me encontraran. Fue entonces cuando encontré ésta buhardilla. La ventana estaba abierta, y rastros de sangre en el cristal advertían que los pequeños ya habían estado allí.
Una vez dentro, comprobé que el matrimonio que allí vivía había sido torturado hasta la muerte. Se encontraban boca arriba encima de la cama, uno junto al otro, con las cabezas cortadas. Me imaginaba las risas de esos niños, como si estuvieran haciendo una pequeña fechoría al intercambiar las cabezas de un cuerpo a otro, dejando así su obra completa, tratando de ridiculizarlos.

Hace horas que permanezco arrodillada en una esquina de la sala. Con los ojos muy abiertos agudizo el oído para poder escuchar la hora de mi muerte. Ahora sólo el silencio planea sobre el pueblo, un silencio espeso e inquietante Una falsa tregua que agradezco al mantener vivo un mínimo resquicio de esperanza…

Aunque sé que nada puede cambiar las cosas, no puedo salvarme. La línea telefónica permanece cortada desde esta mañana y no hay cobertura en el teléfono móvil. El calor derritió todas las instalaciones para hacer más fácil la abominable matanza.



Ahora sólo la noche observa la escena. Noche sin luna, como un manto negro que viste de luto a Loñana. Están tardando demasiado en llegar, es como si al ponerse el sol, perdieran la fuerza.

Ya es demasiado tarde para mi.

Oigo pequeños pasos subir las escaleras pesadamente, jadeos y risas retumban en el rellano. Ya están aquí. Salgo corriendo hacia la entrada y me siento en el suelo para impedir su acceso. Todos golpean la puerta a la vez y de repente, todo queda de nuevo en silencio. Tras unos segundos eternos veo aparecer por el resquicio de la puerta, la hoja de un enorme cuchillo. Mis gritos no hacen más que avivar las risas de los pequeños que ya empiezan a impacientarse por matar. De entre las carcajadas una dulce voz me suplica que abra la puerta. Es la voz de mi hijo, el que horas antes había acabado con la vida de su padre ante mis ojos. El fruto de un extraño acontecimiento climático que marcó para siempre la vida de un pueblo de Galicia. El que junto a seis niños más adoraba a un Dios luminoso y destructivo que no es el nuestro y que por algún motivo, les ordenaba acabar con los adultos. Como si nosotros hubiésemos ofendido de algún modo a su Dios y éste quisiera darnos un escarmiento.
Temblorosa , me niego a abrirles la puerta y les suplico por mi vida. Ya no me quedan lágrimas, sólo una voz entrecortada que escupe palabras inconexas fruto del pánico y la desesperación.
Su impaciencia golpea fuertemente la madera desquebrajando la puerta por ambos lados. Mi final está cada vez más cerca. No tengo apenas fuerzas para enfrentarme a ellos…y lo saben.
Ahora oigo su fuerte respiración en mi nuca. Están pegados detrás de mi, al otro lado de la fina puerta. Los golpes se transforman en patadas y finalmente logran entrar. Los pequeños me rodean y se abalanzan sobre mi. Me agarran del pelo y me obligan a tumbarme en el suelo. Mi hijo se sienta ante mi, el uniforme desgarrado me permite ver su espalda, ahora completamente oscura. La mancha ha crecido, igual que su maldad. Sus ojos han cambiado, ahora son totalmente negros, opacos, llenos de oscuridad. Su mirada está totalmente abrasada por el sol. Aún así, puedo leer perfectamente lo que dicen sus ojos. Me da la mano para que me incorpore y sonriendo me abraza clavándome un puñal por la espalda. Abro los ojos y un escalofrío recorre mi cuerpo. Intento tapar la hemorragia pero ahora ya todos me acuchillan por todas partes. Me abandono al dolor, quiero dejar de sufrir de una vez. Mis ojos se apagan, todo se nubla a mi alrededor, sólo un resquicio de luz entrando por la ventana me recuerda que volverá a amanecer, aunque no para mi, y estos diablos ciegos seguirán matando hasta que no quede nadie que pueda ofender a su Dios.

domingo, 1 de noviembre de 2009

SUCEDIÓ EN HALLOWEEN



Gracias a mi querida Vuelo de Hada...supe que en el blog www.littlecarrousel.blogspot.com se convocaba un concurso de relatos de Halloween...
Tengo el honor de deciros que mi relato ha resultado ganador.
Espero que hayáis pasado un fin de semana terrorífico...



La noche del 31 de octubre es, sin duda, la más especial del año. Una noche donde las puertas a otros planos se abren de par en par.
En Halloween, las almas errantes observan curiosas la luz de las velas, dispuestas estratégicamente en diabólicas calabazas; los gritos de los niños, el chispear de las hogueras, elementos todos ellos rodeados de un aura especial que les incita a visitar el mundo donde vivimos.
No intentes protegerte contra ese ejército de espíritus codiciosos pues entrarán en tu hogar, porque es su noche, y quieren divertirse.

Mi nombre es Samanta, tengo treinta años y vivo acompañada de mi gato en una aldea lejos del bullicio de la gran ciudad. Mis vecinos son gente amable y acogedora. Durante el año, cualquier excusa es buena para reunirnos y celebrar alguna cosa. Pero es especialmente en halloween, la noche donde todos quieren participar. Una arraigada tradición donde nadie se libra de algún susto, si no cede al trato de algún niño travieso.

Sabiendo a lo que me atenía, aquella tarde preparé cuidadosamente todo lo que conlleva una buena noche de terror. Busqué en mi viejo baúl del sótano un disfraz de bruja que había confeccionado, con la ayuda de una vecina, para las fiestas de carnaval. Así vestida, y feliz, al ver lo bien que me quedaba, comencé a adornar la casa con farolillos de papel en forma de brujas y fantasmas. También vacié varias calabazas y les dibujé un rictus malicioso; preparé un enorme bizcocho para compartir con mis vecinos y, por supuesto, me aprovisioné de un arsenal de caramelos para todos aquellos niños que llamaran esa noche a mi puerta con la famosa pregunta pegada a sus labios ¿Truco o trato? Lo mejor era siempre hacer un trato y darles un generoso puñado de caramelos, de lo contrario, te exponías a toda clase de bromas por su parte.

Recuerdo con nostalgia aquellas noches en las que mis amigos y yo íbamos llamando puerta a puerta con una cestita colgada del brazo. La mayoría de los vecinos sonreían al vernos pasar y nos llenaban la cesta de diversas golosinas que luego devorábamos hasta que nos dolía la barriga. Pero siempre había el típico vecino cascarrabias que nunca quería abrirnos. Cuando insistíamos, aporreando la puerta, nos gritaba desde la ventana y nos amenazaba con soltar a sus perros. Nosotros sabíamos que no era cierto, ya que nunca se oían ladridos en su casa, así que sacábamos de las cestas nuestros misiles en forma de huevo y los estampábamos contra su puerta.

En mi grupo de amigos había siempre mucha variedad a la hora de elegir los disfraces, nunca faltaba el típico hombre lobo, la bruja malvada, el vampiro sangriento…Yo siempre fui una niña un poco tímida así que me solía disfrazar de fantasma para mantenerme en el anonimato.


Mientras recordaba todas esas aventuras encendí un cigarrillo y me serví una copa de vino. Faltaban un par de horas para media noche y ya se palpaba el ambiente de Halloween. Desde la ventana, observaba la noche tranquila pero misteriosa. Podía ver las casas iluminadas, la gente disfrazada, y a los perros ladrándole a la luna que, sin nubes a su alrededor y con semblante perverso, sonría a sabiendas de que esa noche iba a ser testigo de siniestras fechorías.

Los animales tienen un sexto sentido para detectar seres de otros mundos. Merlín, que así se llamaba mi gato, comenzó a deambular por la casa desde bien entrada la tarde. Con el lomo arqueado enseñaba de vez en cuando los dientes a alguna sombra imaginaria. Intrigada por su comportamiento, no me dejaba arrastrar por el miedo, ya que me sentía a salvo en el calor de mi hogar, a la luz de las velas, observando divertida el ajetreo de los niños preparándose para la hora de los muertos.


A la media noche se abre la puerta al más allá. Es momento de estar atentos a cualquier ruido, cualquier movimiento que pueda hacernos intuir que las almas errantes nos acechan, que nos observan aún desde su mundo para poder entrar libremente en el nuestro por unas horas.


De repente, el timbre de la puerta me hizo dar un brinco. Al otro lado me esperaba un grupo de críos revoltosos vociferando la pregunta de rigor. Cediendo al trato le serví a cada uno un montoncito de caramelos y se marcharon a toda prisa. Satisfecha, cerré la puerta y me dispuse a ir de nuevo al salón pero Merlín, en actitud extraña, saltó a mis brazos maullando de un modo estremecedor. Sentí sus afiladas garras resquebrajando la fina piel de mi traje e inyectando en mi alma esa pequeña dosis de temor que nos alerta de un peligro siniestro. Me asusté y me dirigí con precaución a la sala para ver qué había sobresaltado al animal. Allí vi a un niño vestido con un chubasquero amarillo, algunas tallas más grande. Su rostro, oculto en la oscuridad de la capucha, apuntaba hacia el suelo, empapado en un charco de agua que rodeaba sus pies. De algún modo aquel niño se había colado en mi casa, aunque sinceramente, no recordaba haberlo visto entre el grupo de chavales que me habían visitado. Me lo tomé como una travesura y fui a buscar a la cocina unos cuántos caramelos.
Me acerqué a él y le tendí la mano con los dulces. El niño permanecía hierático ante mí. Le pregunté si quería hacer trato conmigo pero no me respondió. Empecé a sentirme incómoda con aquella broma, y ya me disponía a quitarle la capucha cuando, de repente, unos gritos escalofriantes acompañados de sirenas hicieron desviar mi atención hacia la ventana, mientras a mi espalda pequeños pasos se escurrían velozmente escaleras arriba. Decidí ocuparme de él más tarde y salí a la calle, un montón de gente se agolpaba alrededor de una ambulancia. Temblorosa me acerqué lentamente a la multitud, y pude ver, horrorizada, a un crío de unos seis años tendido muerto en el suelo. El mismo crío que, segundos antes, presidía el salón de mi hogar. Cubrieron su pequeño cuerpo con una sábana en el momento en que un relámpago iluminaba la triste tragedia.
Presa del pánico volví a entrar en mi casa a toda prisa. No podía creer lo que estaba sucediendo. Subí las escaleras y busqué a aquel niño por todas partes. No había ningún rastro de él. Inmóvil, a los pies de las escaleras, agudicé el oído con la intención de escuchar, por leve que fuera, algún sonido que delatara su escondite. Pero no fue el ruido de un jarrón quebrándose contra el suelo, ni el sonido de una puerta que se cerraba, sino el llanto, apenas audible, lo que me helo la sangre, provenía de mi habitación. Dejé escapar un grito sordo y me lleve la mano a la boca, la otra se agarraba con fuerza a los pliegues de mi disfraz. Con lentitud, tanteando el aire que me rodeaba, me acerqué a la puerta y entré en la habitación. El incesante lamento desapareció al instante. La luz no funcionaba, pero las nubes todavía no habían abrazado a la luna en la oscuridad de la noche. Sumida en el terror más absoluto comencé a buscarlo

- aquí no está, aquí tampoco. ¡Debajo de la cama, seguro que se esconde ahí!-

Hice acopio del poco valor que me quedaba y descubrí con alivio un montón de zapatos desperdigados por el suelo, pero del niño, ni rastro. Sólo me quedaba un lugar por mirar, el viejo armario que había heredado de mi madre y en el que guardaba las mudas para la cama. Lo abrí con precaución y clavé mis ojos en la oscuridad, con los párpados muy abiertos, a la espera de discernir una figura humana, pero tampoco estaba allí.

Caminé hacia la ventana de mi habitación, desde donde se veía el patio trasero de mi casa. Mis pensamientos recorrían veloces por mi mente, algunos de ellos, tras encontrar una grieta en la cabeza, se lanzaban con rabia a lo largo de mi cuerpo en forma de poderosos escalofríos. No podía dejar de temblar. Con la mirada perdida miraba los primeros árboles de una extensa llanura que se perdía a lo lejos.
Me disponía a bajar al salón cuando, atónita, vi el perfil de un niño con un chubasquero amarillo danzando entre las ramas. Daba saltos y balanceaba los brazos alegremente. Grité con todas mis fuerzas para llamar la atención de aquel ser, que ya no sabía exactamente si era de este mundo.
Al escucharme, el niño se paro en seco y se giró hacia mí. No podía verle la cara, ni el cuerpo, simplemente no podía ver más que una línea amarilla aterradora. Tras unos instantes, volvió a mostrarme su perfil y tranquilamente reanudó su marcha.

Nunca supe qué extraño fenómeno vino a visitarme aquella noche de Halloween, sólo sé que su alma ahora danza entre los árboles de mi aldea. Las noches de tormenta, recuerdo aquel día con auténtico pavor. Sucedió en Halloween, la noche de los muertos, dónde las almas pasan de un mundo a otro ante nuestros ojos.

jueves, 29 de octubre de 2009

AGONÍA




El camino de la vida perece ante la más absoluta oscuridad.
Jueves soleado, derecho hacia la más eterna de mis derrotas.
No aplaudáis a quién no amó.
No lloréis por quien no daría la vida por vosotros.
No os susurréis palabras de consuelo al oído, pues no hay más consuelo que saberse vivo mirando hacia un ataúd.

Oigo pasos arrastrados sobre la gravilla. Oigo el silencio de vuestra conciencia.
La más terrible de mis pesadillas está cobrando vida. Muerto, estoy muerto.
Siento cómo se mueve esta estrecha caja. No puedo gesticular aunque mi cabeza sigue pensando... Mi mente se acelera ante el temor de saber que en realidad sigo vivo. Intento gritar y me sorprendo a mí mismo tapándome la boca. Ahora puedo moverme. Estoy angustiado y sin embargo al llevarme la mano al corazón no siento los latidos…Estoy muerto realmente. Mi cuerpo está moviéndose pero ya no estoy vivo.
Doy patadas al aire. Golpes sin respuesta. Me zarandeo de lado a lado para tambalear la caja y nadie me socorre. ¿Por qué no puedo gritar? Quiero desgarrar mi garganta con furia y agarrarme a la vida.
Mis dedos destrozados aporrean mi ataúd. Lucho por salir pero el camino sigue incesante hacia el fondo de mi olvido.

Entre sollozos, cierro los ojos. Al abrirlos de nuevo , un extraño ángel oscuro me está mirando. A un centímetro escaso de mi cara, me sonríe cínicamente.
Sus ojos son totalmente negros, opacos y su cabello oscuro, le cubre la mitad de su rostro. Sus palabras retumban aún en mis oídos…

- No te esfuerces más, no pueden oírte, pues sólo eres carne en movimiento. No tienes fuerza, te imaginas golpeando y no es así. Tu alma se quedó colgada en aquella habitación. Estás solo. Y no puedes morir pues ya estás acabado.



No tengo alma. No soy más que los restos de mi dignidad.
Ahora sólo me queda ver mi propia putrefacción. Agonía que sufriré en silencio en la quietud de este cementerio.

jueves, 22 de octubre de 2009

LA CASA DE MI TÍA




No estamos solos. Cada día me convenzo más de ello…pero, ¿qué hace que unas personas puedan ver y otras no? ¿qué hace que alguien pueda contactar con seres de otro plano y otros no?
Con el tiempo me doy cuenta de que contra más cercanos a la muerte, más sensibles nos volvemos. He vivido experiencias extrañas, he sido testigo de visiones que, contadas por un ser cercano, son aún más aterradoras.

Hace unos años decidí pasar una temporada en casa de mi tía, una mujer de 85 años, con la cabeza muy bien amueblada, pero con los típicos achaques de la edad.
Un carácter indomable junto con una rígida educación hacía de mi tía una mujer especial.
Nunca se casó, tampoco tuvo hijos aunque según ella, los últimos años de su vida, estuvo rodeada de niños…
Vivía en un caserón a las afueras de la ciudad. Cerca de las vías del tren. Un lugar tranquilo. Era justo lo que yo necesitaba.
Me trasladé un tiempo a su casa para cuidar de ella y para poder concentrarme en la carrera. La casa era silenciosa, así que podría estudiar sin problemas…o eso creía yo.
Nunca olvidaré la primera noche que pasé en esa casa.
Mi tía, ilusionada con mi llegada decidió preparar una cena especial. Cuando me disponía a servir la cena se extrañó de que yo sólo hubiera llenado dos platos. Me miró de reojo y en silencio, sirvió un plato más…

-¿Para quién es ese plato tía?

-Para él, me ha dicho que tiene hambre.

Nadie se sentó con nosotras en la mesa aquella noche, pero algo me hizo pensar…que no estábamos solas.

La casa disponía de cinco habitaciones, dos en la planta de abajo y tres arriba. Yo dormía en la habitación contigua a la de mi tía, en la planta superior. No había apenas luz y los muebles era muy antiguos.

Aquella noche escuché ruidos abajo, ronquidos, voces, pasos en las escaleras. No me atreví a salir de la habitación.
A la mañana siguiente le pregunté a mi tía si ella también escuchó todo aquello.

-Claro hija, son ellos, pero saben que estás aquí y se esconden.

-¿Pero quiénes son? ¿Los conoces?

-No, pero me hablan, me molestan, no me dejan dormir.

Aquello me aterró. Pero más aún me sorprendió ver que todas las camas de las habitaciones estaban deshechas…Alguien había dormido allí.

Fueron pasando los días y aunque no siempre sucedía algo, yo estaba totalmente alerta, asustada, pues creía que alguien entraba en casa para molestarnos.
En una ocasión llegué a casa y encontré a mi tía sentada frente a otra silla. Cuando me vió me dijo:

-Vaya, le has asustado.

- ¿ A quién?

- Al niño que había aquí.

-¿Dónde está?

-Se ha ido corriendo hacia allí.

Mi tía señaló hacia la habitación del fondo. Yo sólo veía el largo pasillo oscuro y la puerta de la habitación cerrada. Me acerqué lentamente y abrí la puerta. No vi nada, pero un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.
Al volver junto a mi tía me dijo entre llantos que llevaba toda la tarde jugando con ese niño y con muchos otros que están en la habitación, pero que no quieren verme. Ella sólo quería que le dejaran ver la tele tranquila pero los niños se la apagaban contínuamente ... Cuando ella les reprochaba su actitud le intentaban hacer caer al suelo. Me dijo que tenía miedo y que gracias a Dios que había llegado yo...así almenos se marchaban un rato.

-Tía, ahí no hay nadie, estabas hablando sola.

- No es verdad, no quieren jugar contigo, eso es todo. Mira, el niño que estaba aquí sentado se iba a tomar ese vaso de leche.

Efectivamente, junto a la silla, en el suelo, había un vaso de leche aún sin beber.

-Nadie se va a beber eso, porque aquí no hay ningún niño, estamos solas.

- Eso es lo que tú te crees. Te voy a demostrar que sí que están aquí. Además,me han dicho que tú también los oyes, pero que aún no quieren que les veas.


Aquel día fue el último que pasé en ese caserón. En mitad de la noche pude escuchar perfectamente arañazos en mi puerta y como si alguien se sentara apoyado en ella. No me atreví a abrirla, pasé toda la noche mirando hacia la puerta…aterrada.


Mi tía estaba enferma pero no estaba loca, sabía muy bien de que hablaba .Ella siempre decía que los muertos pueden estar dónde ellos quieran y que a esos niños simplemente les gustaba estar allí. Ella hacía lo posible para que se fueran pero creo que nunca lo consiguió. Murió en esa casa, años más tarde. Jamás volví a hablar de ese tema con ella.

Nunca llegué a ver nada, pero sin duda sentí a esos niños, oía como corrían en la planta superior y como se reían durante la noche.
Tres meses aguanté en esa casa, tres meses de largas noches sin dormir. Tres meses en los que me acabé de convencer de que no, no estamos solos y que si ellos eligen vivir contigo, hacerte la vida imposible, es muy difícil librarte de sus caprichos. También me convencí de que si quieren que los veas… los verás.

viernes, 16 de octubre de 2009

EL JUGO DE LA VIDA




Todo empezó la primera vez que escuché los latidos de un corazón. Estaba jugando en mi habitación con mi hermana pequeña. Su cuerpecito yacía inerte esperando a que yo, como doctora, dictaminara cuál era su enfermedad. Después de mirar la temperatura y comprobar sus reflejos, me dispuse a tomarle el pulso. Aquello me sorprendió. El bombear de la sangre me pareció excitante.

En una ocasión, estando en el patio del colegio, una niña se cayó al suelo. Me acerqué, le tendí la mano y no pude evitar acariciar su rodilla herida. Sólo quería probar su sangre…
Movida por mi oculta inquietud estudié medicina. Quería vivir cada día ese extraño placer, esa sensación de poder, de probar lo prohibido.
En cada operación, necesito hundir mis dedos en ese líquido delicioso. Humedezco mis labios y cuando nadie puede verme saboreo la sangre fresca que gotea por mis manos.
Ese sabor óxido, puro, dulce y extraordinario me enamora el alma, me pervierte y me condena a no poder vivir sin él.
La sangre ajena, parte de otro ser está en mis labios, en mi lengua, en mi paladar…y eso me hace sentir poderosa.
El jugo de la vida, el ansia de arrebatar lo que no me pertenece, pero que tomo impunemente sólo por placer, sólo por saber a qué sabe la vida de los demás.
Cuelgo mi bata blanca sabiendo que mañana otro extraño entrará en mi consulta. Una víctima más de mi adicción, mi locura, mi satisfacción, mi condena…


Pero toda condena conlleva una culpa, un secreto que en mi caso fue algo inevitable. Me dejé llevar por mi obsesión.
Fue un martes de un caluroso agosto. Estaba agotada después de una larga mañana de duro trabajo. Una última operación y podría irme a casa a descansar. En la camilla, tendido un chico de veinte años. Desde el comienzo, supe que algo no iba bien, me sentía débil y no podía concentrarme. Sucedió todo tan deprisa…
De repente, una de las venas del cuello del paciente empezó a sangrar de un modo imparable. Me quedé paralizada, no era capaz de parar la hemorragia. Todo a mi alrededor se tornó borroso. Los auxiliares me gritaban sin parar para que reaccionara, me agarraban la cara y yo…yo sólo veía borbotones de sangre animándome a succionar.
Intentaron salvar la vida del paciente ante mi atónita mirada. Intentaron sin éxito que aquel chico de veinte años no acabara sus días en esa camilla de hospital. Mi única defensa era mi secreto, no podía descubrirme ante nadie. Dejé morir a aquel chico con la única intención de deleitarme con ese caldo sublime y embriagador. Sólo deseaba estar a solas con él y saborear cada uno de sus órganos para calmar mi sed, para probar de nuevo en silencio, el jugo de la vida.

martes, 13 de octubre de 2009

AMANECERÁ...



Dos sombras en una habitación miran el reloj de la mesita de noche.

-Es tarde.

-¿Para qué Mamá?

-Para despertar hoy. Sueña hijo mío y confía en que la oscuridad desaparecerá y mañana será un nuevo día, ya lo verás.

-Quizás eso no suceda nunca más mamá…

-No digas eso. ¿Acaso los muertos no sueñan? , ¿ Acaso los no vivos no tenemos esperanzas? Amanecerá...hijo mío…amanecerá....

lunes, 12 de octubre de 2009

DESCANSE EN PAZ



La muerte, pago obligado por haber alcanzado la vida.
El último pensamiento, la última bocanada de aire, el último latido.
De repente, dejamos de existir, dejamos de sentir, dejamos de vivir.
Me pregunto qué se debe de sentir al morir, cuántas palabras silenciadas querríamos haber dicho…
Un olor dulzón rodea a los moribundos, es un olor extraño y espeso que puede palparse en el ambiente.
¿Qué día moriré? ¿Quién estará a mi lado?
La incógnita del más allá me fascina. Me aterra seguir viviendo sin mis seres queridos y me alegra saber que puedo encontrarlos en otro lugar.
En un mismo día millones de almas van hacia esa extraña luz…Un túnel dónde almas bondadosas nos tienden la mano.
Pero, ¿ por qué tiene que ser una luz blanca y purificadora?. Tal vez, al morir veremos un oscuro abismo que nos adentrará en un remolino de almas perdidas.
Nadie vino a contarlo.
Hoy me planteo la muerte. Hoy quiero pensar que las buenas personas descansan en otro plano y dejan de sufrir lo que en vida sufrieron. No puede ser de otra manera.

jueves, 8 de octubre de 2009

UN DÍA FUI COMO TÚ


Gracias a mi querida Azul, supe que en el blog de Senovilla se estaba llevando a cabo una iniciativa muy interesante: CELEBRAR EL DÍA DE LA SOLIDARIDAD.

Os dejo las direcciones pues os recomiendo que visiteis sus blogs:

www.mimarymicielazul.blogspot.com

www.senovilla-pensamientos.blogspot.com

Aquí os dejo mi aportción, feliz día de la solidaridad.En mi anterior entrada dejo claro que aún hace mucha falta...



UN DÍA FUI COMO TÚ


Desde la ventana de mis ojos, las calles mojadas adornan el triste paisaje. Lágrimas de un Dios al que rezo todos los días al despertar. Un día más, un día menos…qué más da.
Rezagado entre cartones paso la noche a la intemperie. El dolor de los huesos no es nada comparado con el dolor de mi corazón, que bombea sangre igual que el tuyo pero no late de igual forma. Mi corazón envejeció hace mucho tiempo, soportando el peso de la tierra esparcida por mis recuerdos. Ya no sé ni en que momento dejé de existir para el resto del mundo.
Todos los días parecen iguales desde esta esquina. En ella permanezco cabizbajo durante horas sumergido en mis pensamientos. En ocasiones, levanto la vista, esperando encontrarme con algún rostro conocido, alguien con quien poder hablar sin sentir el rechazo o la indiferencia.
Miro mis manos y siento lástima de mí mismo. Son ellas las que trabajaron duro para sacar adelante a mi familia; son ellas las que se aferraron a un martillo para construir mi casa. Ahora, son sólo unas manos sucias y agrietadas por el frío. Ahora, son sólo unas manos vacías que no recuerdan lo que es sentir una caricia.

Un día fui como tú. Yo también tuve nombre y apellidos, una historia que contar. Un trabajo, un hogar y una familia que iluminaba mis ojos al despertar.
Sueños de futuro que se perdieron entre la basura…

Desde mi rincón tarareo en silencio canciones de mi infancia. Imagino que vuelvo a ver a mis hijos y les susurro al oído que nada de esto es real, que soy papá, que vuelvo a casa y que ya nada me separará de ellos.

Mendigando alguna moneda o algo para comer sonrío de pena al ver rostros de desaprobación, burlas y gestos de indiferencia.
No se dan cuenta de que yo también sufro, que el orgullo y la dignidad también forman parte de mi.
Uno no sabe nunca por qué caminos le llevará el destino. Hoy estás arriba y mañana puedes descender al pozo más hondo.
Hoy me acostaré con el estómago vacío y los ojos llenos de lágrimas. Mañana, con los primero rayos de sol caminaré sin rumbo hacia un futuro incierto.
Un día fui como tú y quien sabe si algún día, con tu ayuda pueda llegar a serlo de nuevo.


La solidaridad es la empatía por el que sufre, por el que añora un pasado mejor o por el que ni siquiera lo tuvo. Es beber con la misma sed del que necesita el agua que otros dejan correr. Es no girar la cara ante el maltrato, el abandono o la intolerancia. Es mirarse a los ojos y saber que juntos se puede hacer mucha fuerza.
Es simplemente, tener sangre en las venas y luz en el corazón.

viernes, 2 de octubre de 2009

CUIDADO CON LO QUE DESEAS...


En mi vida he cometido muchos errores. Mi mente morbosa, en ocasiones, ha deseado cosas que jamás deberían pronunciarse.
Cuidado con lo que deseas…porque se puede hacer realidad.
¿ Cómo se siente una persona al cometer un asesinato? ¿ A qué sabe la sangre de un niño inocente? ¿Qué tacto tienen los órganos de un animal desgarrado?...esas y otras muchas preguntas rondaban por mi mente mientras tecleaba sin ganas palabras inconexas para algún relato.
Lo que nunca imaginé es que pronto sabría todas las respuestas… Viviría en mis propias carnes todas aquellas horribles experiencias.
El sueño, el poder de la mente mientras dormimos alcanza límites inimaginables y aterradores.
Aquella noche al acostarme, una sensación muy extraña se apoderó de mi. Al cerrar los ojos se aglomeraron en mi cabeza remolinos de imágenes y sonidos inquietantes…llantos de niño, gritos desgarradores, aullidos y disparos se mezclaban con ríos de sangre, cadáveres y violaciones.
Mi cuerpo seguía tumbado respirando al compás de un reloj descontrolado. En el sueño, mi rostro ya no era el mío…y mis ojos miraban a través de alguien desconocido. Eran los ojos de un asesino, de una mente desquiciada y llena de maldad. Podía sentir la sangre correr por mis manos, el sabor a óxido en mi boca y las súplicas de mis víctimas antes de morir.
Mi mente se esforzaba en huir de allí, en apartarme de aquel dantesco escenario de dolor y ensañamiento. Como un castigo por desear lo que no se puede hacer… las incongruencias de la mente.
Desperté empapada en lágrimas y sudor por lo que aquella noche viví intensamente. La visión de la crueldad en primera persona. La maldad personificada se adueñó de mi mente por unas horas…
Cuidado con lo que deseas porque se puede hacer realidad.
Después de aquella experiencia jamás he vuelto a ser la misma…
Ahora sé lo que se siente al matar a alguien, sé lo que ve un asesino…y también sé que no se arrepiente de nada.
No sé en quién me reencarné aquella noche, no sé la identidad del que me llevó de la mano por tantos hechos atroces…sólo puedo decirle que le maldigo mil veces por lo que hizo.
No puedo hacer más que llorar al saber que seres como ese forman parte de la especie humana.

martes, 29 de septiembre de 2009

YA NO TIENES CORAZÓN


Dicen que del amor al odio hay un paso…ese paso puede ser tan corto que cuando sientes el dolor, la punzada en el corazón., no te mueves del sitio.
Así me quedé yo, de pie, junto a las vías del tren en dónde tantas veces habíamos recorrido el mundo cogidos de la mano…
Tus promesas hechas añicos como una muñeca de porcelana estrellada contra el suelo.
¿Cuántos años puede durar una mentira?
¿Existe realmente un amor puro y verdadero?
El amante fiel, el compañero de vida, el amigo incondicional …siempre esconde algún secreto. Siempre.
Nadie es como tú, eres maravillosa, la mujer de mi vida, mi alma gemela…mentiras, aunque sé que tú mismo las creías.
Quizás idealicé al príncipe azul, aquel que moriría por mi y por quién me dejará matar.
Sí, hay hombres maravillosos, pero el hombre es hombre y sus instintos pueden más que la razón.
La mentira es un veneno que se filtra por tus venas y que sale por tu boca.
¿Cuánta tregua puede darte una mentira piadosa? Las medias verdades son un arma de doble filo.
En el amor no pueden esconderse secretos por miedo a enfados. No…no se debe. Los secretos matan el amor.
Has perdido. Te marchas dolido y cabizbajo con la certeza de que ya no hay marcha atrás…
¿Tu corazón? Es mío…lo has dicho siempre y esa fue tu única verdad.
Mis pasos se niegan a seguir los tuyos.
Camina hacia sus brazos y refúgiate entre sus sábanas…Cuéntale los mismos sueños, dile lo que toda mujer quiere escuchar…
Ya no tienes corazón, ese es un secreto que tú y yo sabemos. Lo enterraré junto al mío en el jardín del dolor.

domingo, 27 de septiembre de 2009

GENTE SIN ROSTRO


La especie humana me da miedo. Evolucionamos con los años. Cada vez somos capaces de experimentar cosas impensables hace años. Inventamos utensilios extraños y nos enorgullecemos de ser superiores.
Cuando doy largos paseos contemplo los rostros de la gente, miro sus expresiones, sus gestos, su actitud ante la vida. Puedes ver alegría, puedes palpar el dolor y la tristeza.
La mente humana, esa gran desconocida, esa que a veces, puede oscurecer a seres inocentes y que, en ocasiones, se torna fría y calculadora para poder zafarse de la conciencia.
Mala gente. Están entre nosotros, mires donde mires… Nuestras escuelas y oficinas pueden estar plagadas de personas sin apenas arrepentimiento. Ejercen actos inhumanos, como bestias desatadas que actúan impunemente.
¿ Dónde está el límite de nuestros tiempos? ¿Dónde está la inocencia del que no vive movido por la envidia o el rencor?
Nos atrae el mal…reconozcámoslo… El morbo, la impaciencia, el sufrimiento ajeno nos hace respirar profundamente, nos hace sentir mejor.
Todos tenemos un lado oscuro…nadie lo puede negar.
Siempre hay alguien por quien mataríamos….lo haríamos realmente. ¿Locura transitoria o acto premeditado?...
Gente sin rostro se mueve entre nosotros, Ellos nos ven igualmente sin rostro…¿quién es el bueno en la historia?
Caminamos hacia un final nefasto, hacia una intolerancia extrema y no parece que nos haga reaccionar…
Cenamos ante el televisor, noticias…malas noticias. Asesinatos, maltratos, desapariciones…seguimos cenando. ¿Quién puede ser el siguiente?
El mal es menos mal cuando parece que no nos toca directamente. Cuando lo hace, cuando nos golpea de frente, entendemos que la gente sin rostro estaba a nuestro lado, en la puerta de enfrente tal vez…acechando.
La locura planea por las calles de nuestras ciudades…
¿Quién puede ser el siguiente?

miércoles, 23 de septiembre de 2009

PUEDO OLER TU MALDAD



Diós le privó del don de la visión, pero le otorgó la virtud de ver el alma.
Los golpes en la barriga de su madre le dañaron el nervio óptico irreversiblemente. El alma negra de su padre fue la primera que visionó en la oscuridad de su mirada.
Ya cuando se dejaba tomar en brazos intuía la maldad de quién le sujetaba o hacía carantoñas inocentemente…
Pronto, los vecinos empezaron a temer a aquel niño que con sus ojos blancos cristalinos, atravesaba sus retinas leyendo sus más perversos pensamientos...
Aquel niño creció en su mundo interior, sabiendo que la maldad podía habitar en cualquier rostro. Podía palparla, olerla, sentirla a través de los poros de la piel.
Un adulto solitario que deambulaba por la ciudad escuchando los sonidos que le rodeaban, que le obligaban a estar alerta. Las manos que le ayudaban a cruzar la calle, en ocasiones eran manos de maltratadotes, de seres mezquinos, de hipócritas, mentirosos, manipuladores, amantes de la crueldad. Ya en el otro lado de la calle se giraba hacia ellos y mirándolos a los ojos les decía: “ Puedo oler tu maldad”
Aquella frase lapidaria dejaba sin habla a aquellos que se sabían descubiertos por un ciego…Alguien débil a quién en realidad sólo habían intentado ayudar. Un ciego que era puro de corazón y no entendía el miserable comportamiento del ser humano.
Un ciego que murió en manos de una de sus víctimas…un ser atormentado por sus palabras, verdades que nunca quiso escuchar…
Su anciano padre arrodillado ante él le pidió perdón por todo el daño que le había hecho…
Nunca unos ojos en blanco habían dicho tantas cosas…
Las manos del viejo alrededor de su cuello no lograron detener las palabras de aquel ciego que, con asombrosa tranquilidad, se abandonaba a la muerte en los brazos de su padre. Pudo oler la rabia, el odio y el rencor de aquel anciano con cuyas manos quería acallar una conciencia oscura y marchita…un falso perdón que jamás sintió.
La oscuridad de su mirada se iluminó al hallar la muerte, pudo ver al fin el rostro de su asesino…
Las lágrimas de aquel ciego se grabaron a fuego en el suelo de la habitación, al ver que allí presentes estaban todos los que él había desenmascarado. Testigos de un cruel final para alguien bondadoso que sólo quería gritar verdades, defender a los inocentes. Alguien que nació con un don incómodo para la humanidad, podía ver el alma.
Nunca imaginó hasta que punto puede llegar…la maldad.

domingo, 20 de septiembre de 2009

...Y LIMPIAME DE TODO MAL




No me dejes caer en la tentación.

Un hombre siempre es esclavo de sus actos. La perturbación provoca esferas de la mente que nadie podría comprender sin sentir algo parecido. Un estado hipnótico que te obliga a actuar como te dictan los sentimientos, los malos pensamientos.
En ese estado me encuentro yo. A mis 57 años aún no he conseguido alejarme del mal camino. No es agradable levantarse por la mañana sabiendo que tendrás que luchar contra tus instintos a lo largo del día. La victima está en todas partes, a todas horas merodeando por mi mente. La niña que va al colegio, por su ingenuidad, el vecino de arriba, por su intolerancia, la portera, por su curiosidad…un sinfín de posibilidades que me tientan a cometer actos de los que sé que una vez empezados, nunca podría parar.
Vivo sólo en una calle cualquiera en una ciudad cualquiera. El lugar apenas importa cuando el asesino está en todas partes. Sobretodo en mi mente. Me siento sucio, insoportable y me castigo rezando en silencio bajo el chorro de la ducha. El agua helada calmará mi ansiedad. No, no estoy loco, sé muy bien lo que deseo hacer y también sé que está mal, pero lo deseo tanto que se me revuelven las entrañas…
Las arrugas de mi piel delatan el odio y la impotencia. Horas muertas que vivo en la soledad de mi oscura habitación.
En silencio, con los ojos abiertos, sueño escenas dónde puedo actuar impunemente. Dónde violo y asesino a seres frágiles, hambrientos, despojos humanos a los que haría barbaridades. Cuando despierto soy un cobarde, una deshonra para la humanidad y lloro sin parar hasta que me quedo dormido de nuevo.
Al día siguiente amanezco con mi nueva personalidad y de nuevo he de seguir fingiendo que soy un pobre diablo, una persona cualquiera en este mundo irreal dónde nadie es lo que parece ser…

jueves, 10 de septiembre de 2009

NO QUIERO MORIR UN MARTES



Ya está, ya pasó lo más difícil, ahora sólo queda esperar…¿será rápido?, espero que sí, no soporto el dolor y no creo que pueda aguantar mucho tiempo padeciendo…
La vista se me nubla, ahora tengo miedo, no sé si hice bien, si es lo mejor …ya sé, estoy muy mal, no tengo a nadie, ni trabajo, ni…nada. Estoy harta de vivir pero…¿es lo mejor? Estoy nerviosa, han pasado diez minutos y no siento nada, quiero que llegue ya mi hora, por favor…
Mañana no me levantaré…hoy es…¿martes? Un martes, moriré un martes. No me gusta este día,” mar-tes “, odio cómo suena, nunca me gustó! No veré el miércoles ni el jueves, no viviré para saber qué pasará en el mundo la semana que viene. Qué más da! Mi vida seguiría igual, a nadie le importo, mis padres están muertos, no tengo hermanos, ni hijos.. ni siquiera un gato. Soy patética, nunca pude cuidar ni de una mascota, hasta las plantas se me mueren…soy un desastre.
¿Alguien se dará cuenta de que he muerto? Nadie me echará de menos y pueden pasar días antes de que el olor alerte a los vecinos. Vaya, tengo frío…¿será que ya me muero? Estoy desnuda bajo las sábanas frías y viejas de mi cama. No me da vergüenza, me encontrarán así.. De todos modos no tengo nada decente que ponerme. Hace años que no me compro ropa, mi cuerpo no luce con nada. Además, a nadie le gusto, los chicos nunca se me acercan, soy fea y estoy mal hecha. Toda yo he sido un error.
Basta ya de pensar, quiero morirme ya!! Me tomé todas las pastillas, bueno, todas no, dejé unas cuántas para luego, por si me tengo que rematar. Hasta para esto soy penosa, tengo miedo que me sienten mal…qué tontería, se trata de eso. Encima me las tomé con agua, no me gusta el alcohol . Bueno, quizás con un mojito…pero claro, aún parecería que estoy celebrando mi muerte. Pensándolo bien me apetece un mojito, hace tantos años que no me tomo uno… Creo recordar que la última vez fue en aquellas fiestas de mi pueblo, menuda borrachera! No paraba de reír con mis amigos…¿qué habrá sido de ellos? Seguro que están bien, que han triunfado, se habrán casado y tendrán hijos preciosos. Qué bien lo pasaba en la casa del pueblo y no aquí, en este barrio de mala muerte donde no conozco a nadie. Allí todos los días nos reuníamos los amigos para ir a merendar, a bailar o para charlar un rato. Qué tiempos aquellos! Que tonta fui al marcharme de allí y querer desconectar de todo y de todos. Desde entonces todo fue a peor y aquí estoy, que ya me empiezan a temblar las manos y siento que tengo los labios adormecidos.
Mira, me lo he pensado, ahora mismo llamo a la ambulancia, me salvarán. Voy a vivir. Voy a plantearme lo que realmente quiero hacer con mi vida. Aún soy joven y voy a aprovechar el tiempo. Se acabó el pensar en el qué dirán. Soy la única persona que me queda al fin y al cabo y he de dar gracias por ello. Yo digo el qué y el cómo y tengo clara una cosa, no quiero morir un martes, quiero ir al pueblo y a volver a ver a mis amigos. Me da igual que vean cómo estoy, me aceptarán, porque sé que me quieren tal y como soy.
Ahora me siento capaz de todo. Conduciré tras largos años sin tocar el coche y en un par de horas llegaré a la casa del pueblo dónde esta noche volveré a recordar todos los momentos felices y brindaré con un mojito…por mi nueva vida.

domingo, 6 de septiembre de 2009

LA CASA DEL SILENCIO


Perdida la inocencia, ya nada puedes esperar del ser humano. Recuerdos malditos que marcaron la triste infancia en soledad. Luchas internas en el corazón de un niño que llora a su madre y abraza a su padre sin ser correspondido. Nunca puede descansar un alma descarriada que pide a gritos un poco de cariño. Un amor que nunca acarició su pelo ni acunó sus llantos. El mundo gira entorno al mal. Todos saben historias, cuentan sucesos alrededor del fuego. Pero el miedo, la realidad está aquí, entre nosotros.
Una historia real, con un trágico final y una condena que se repite año tras año. La casa maldita de un pueblo dónde tuvo lugar un hecho atroz. Sara vivía aferrada a su madre, quien nunca le dedicó más tiempo del necesario y más cariño del permitido. Su padre borracho azotaba constantemente a la pequeña. Los gritos eran constantes en ese hogar, gritos de rabia, de dolor y humillación. La madre, arrepentida de haber traído al mundo una niña a la que realmente nunca deseó permitía que noche tras noche su hija fuera torturada por quien ella amaba ciegamente.
En su habitación, la niña adormecía a sus muñecas acunándolas con cariño. Nunca le enseñaron a querer pero en su interior necesitaba cuidar de sus pequeñas para que nada malo les sucediera.
Sara falleció en su cama. Aquella noche su padre se ensañó de tal manera, que sus pequeñas manos apenas pudieron tapar su boca para dejar de suplicar y aguantar la paliza con resignación. Sábanas teñidas de sangre inocente dónde el calor humano nunca tuvo cabida.


Cuenta la historia que años más tardes los padres de Sara aparecieron muertos en su habitación. Nadie escuchó nada aquella noche. La muerte en silencio del que castiga contra los gritos de rabia del que se venga.
Por la casa pasea Sara cuidando tranquila de sus muñecas y vigilando que nadie se atreva a perturbar esa casa dónde ahora reina la calma. No grites nunca si pasas por ahí, pues dicen que Sara se aparece a todos aquellos que molesten a sus pequeñas y no respeten la que es ahora conocida como la casa del silencio.

sábado, 5 de septiembre de 2009

¿QUIÉN ANDA AHÍ?


No, este no es un relato de terror…aunque en cierto modo para mi sí lo fue. Hace tiempo me sucedió algo que ahora voy a contar ya que hoy no sé muy bien porqué me ha venido a la cabeza…
Vivo en un ático, para mí es como el refugio donde estoy segura de todo mal ajeno. No es que sienta que corro peligro ahí afuera, pero a decir verdad, siempre he creído que las personas que vivimos en una gran ciudad estamos constantemente expuestas a que nos ocurra algo malo. Vale, no…no me he tomado nada, es realmente lo que pienso!
Hablo por experiencia…una chica sola no puede ir tranquila en el metro o en el tren a ciertas horas…ni puede pasear al perro por ciertos parques…que ya es triste!!
Lo que vengo a decir es que una se ha cerrado de tal manera que aunque oiga gritos en la escalera o una pelea en la calle, gira la cabeza hacia el otro lado o sube el volumen del televisor…
Una tarde, algo me hizo darme cuenta de que no se puede ser así y que no todos van a puñal si se acercan a ti…
Yo estaba tumbada en el sofá después de un caluroso día de trabajo. Estaba exhausta, medio adormecida por el parloteo de la televisión; cuando de repente llamaron al timbre…

-DING DONG!

No sé por qué, pero ese sonido tiene la habilidad de transformar a mi perrita en un tigre de bengala. Se lanza desbocada contra la puerta y ladra rabiosa como si al abrir la puerta fuera a devorar a quién sea.
Yo me limito a quitar el volumen del televisor , como si así pudiera engañar al que me molesta y creyera que no hay nadie.
Sí, sé que parezco una vieja loca pero es que sé perfectamente que nadie que llame a mi casa vendrá a traerme buenas noticias. No vendrán a decirme que me han tocado muchos millones o que tienen un mejor trabajo para mi ni me van a dar el elixir de la vida eterna junto a los míos.. No. Vendrán a pedirme dinero, a ponerme la cabeza como un bombo con ofertas chorra, a que me una a una secta o a intentar averiguar si estoy sola para poder entrar más tarde a mi casa sin problemas.
La cuestión es que parecía que el viejo truco había funcionado. Todo quedó de nuevo en calma hasta que de repente alguien intentó abrir la puerta con la llave…
Los ojos se me iban a salir de las cuencas! Mi perra ya estaba rezando el padrenuestro y yo, con un pijama hecho polvo y los pelos revueltos me lancé hacia la mirilla.
Casi me hago pis encima cuando veo a un hombre enorme intentando entrar en mi casa!!
En cero coma cojo un cuchillo de cocina ( vale, era el del pan, pero mira, el primero que vi) Vuelvo a la puerta e intentando poner voz de hombre digo:

- ¿Quién anda ahí? ( es una frase que siempre me pareció patética porque nadie te va a responder, pero es lo que dicen en las pelis. Y la rubia siempre acaba muerta…)
El hombre en cuestión se da la vuelta hacia el ascensor y yo, en un arrebato de valentía abro la puerta:
- Quieto! ¿ Qué quería? NOTA MENTAL: Entrar en tu casa, robarte, violarte y matarte, por ese orden
De repente se gira hacia mi y veo que tiene los ojos en blanco ( no, no era un zombi, era un pobre vecino ciego)

- Disculpe señorita, es que llevo una hora intentando entrar en mi casa y no sé en qué piso estoy. Al oír al perro me di cuenta de que me equivoqué, lo siento.

NOTA MENTAL: mierda, mi truco de bajar el volumen no sirve para nada…qué haría sin mi perra.

-Vaya, pues está en el ático, creo que usted va al cuarto verdad?
-Así es, desde que cambiaron el ascensor no salgo de casa porque no sé qué botón he de pulsar.
- No se preocupe, le voy a arreglar esto en un momento.

Abro la puerta del ascensor y con el cuchillo empiezo a hacer una marca en el botón que corresponde a su piso.
Mi vecino no se atrevió ni a darme las gracias…era ciego pero su cara era un poema, estaba flipando pensando que la vecina del ático es una loca que sale con un cuchillo a la escalera cuando llaman al timbre…
En fin, que volví orgullosa de mi buena obra del año hacia mi pisito y cerré la puerta con el pecho hinchado pensando que a veces puedes cometer errores tontos y que hay gente que te puede necesitar, que no hay que ser tan mal pensado…

viernes, 4 de septiembre de 2009

LLÉVAME CONTIGO




El mar en calma, suspiro eterno de mi soledad. Cansada, me dirijo a la orilla a escuchar los consejos que las aguas tranquilas me quieran dar . Me arrodillo en la arena y observo el horizonte. Me siento pequeña e indefensa ante tanta grandeza. No logro recordar en qué momento dejé de existir…Me siento como un figurante en mi propia vida, una burda copia de alguien que fui. Ahora sólo soy los restos de mis fracasos. No puedo respirar. Los años pasan y yo… atraída por tu quietud, vengo a tu encuentro cada atardecer, para que tiendas tu mano y me lleves contigo mar adentro. Muéstrame el océano en cada rincón del mundo, arrastra mi cuerpo entre las olas y hazme sentir viva una vez muerta. Ten piedad para que pueda descansar. No dices nada, solo acaricias mis pies con tus aguas y lloras lágrimas de sal al escucharme. Eres caprichoso, egoísta y cruel. No soy tu elegida. No me llevarás como a tantos marineros mar adentro. ..
Entro en ti y me siento más débil que nunca flotando en esta soledad azul. Nadie a mi alrededor puede escuchar mi impotencia, sólo tú oyes mis latidos y te niegas a engullirme. Me quedo sin aire al bucear hacia el fondo y me empujas levemente a la superficie obligándome a vivir.
Aparece la luna, es hora de volver a la tristeza de mi hogar, a las calles desiertas de mis sueños. Nadie me espera. Tal vez mañana te apiades de mi y quieras que te haga compañía… Tal vez quieras convertirme en la sirena oscura que sería capaz de alimentarte de vidas atrayendo a incautos con sus cánticos.
Arrastrando los pies en la arena me alejo de ti ... He perdido una vez más. Mañana volveré para tenderte de nuevo la mano,esperando que tú la agarres con fuerza y me arrastres hacia el fondo…para que al fin consiga respirar.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

EN EL REFUGIO DE MI CASA




Ya es bien cierto que el mayor enemigo que puedes tener eres tú mismo…
Tantos años de existencia y la humanidad no aprende a quererse. Siempre me consideré una persona buena, tranquila, sin demasiadas ambiciones y con un único objetivo…ser feliz en la medida de lo posible.
En el refugio de mi casa me siento en paz, a salvo de todas aquellas cosas que me rodean y contra las que, a veces, tengo que luchar contra mi voluntad. Desgraciadamente nunca dura demasiado esa sensación de regocijo. Pronto siento como los malos pensamientos entran por mi ventana, atraviesan el umbral de la puerta y se alojan en mi hogar sin piedad. Las garras de la crueldad trepan por mi sien y se incrustan en mi cerebro quebrantando mi quietud. Desde el sofá puedo sentirlo cada día. Cuando menos lo espero oigo los aullidos de los recuerdos y mi propia voz me susurra al oído cosas que jamás debería permitir. La tristeza, la locura, la nostalgia, la envidia, la crueldad…todas ellas me acompañan mientras tomo el café de cada tarde…
No puedo deshacerme de ellas pues forman parte de mi.
Soñaré esta noche que soy libre, que me quiero y que mi alma está llena de buenos sentimientos. Pensaré que no hay nada en este mundo que pueda hacerme daño…
Cerraré los ojos con fuerza y no los abriré porque si lo hago…veré de nuevo la garra de mi otro yo bajo mi almohada recordándome que no, no estoy a salvo en el refugio de mi casa…

martes, 1 de septiembre de 2009

MI NOMBRE ES SOLEDAD





Mi nombre es soledad y habito en todas partes.
Hoy vengo a tu encuentro como cada día, como cada tarde, como cada anochecer…
Tus silencios son mi alimento y mi razón de ser.
Cuando me siento a tu lado hablamos el idioma de la nada, de la locura, de la nostalgia y de los recuerdos vacíos.
Amante fiel que, aunque a veces deseas, otras rechazas y desprecias con todas tus fuerzas.
Entre el gentío me sientes. Nuestras miradas se cruzan y las palabras sobran para entender que jamás desapareceré. No luches contra mí porque ya soy parte de ti…
Mi nombre es soledad y habito en todas partes.
Te acompañé al venir al mundo y te acompañaré hasta en la muerte.
Llórale al viento, cuéntale a la lluvia tus anhelos…yo sólo te tomaré la mano y me quedaré en silencio.

viernes, 28 de agosto de 2009

¿ME PERDONAS?




Entro en mi habitación, abro el armario y de entre la ropa y cajas de juguetes descubro de nuevo mi obra. Aún sigue inacabada, no sé en qué momento la daré por terminada, pues mi objetivo no está claro. Es el placer por el placer, mirar los restos de la vida arrebatada impunemente. No soy culpable de nada, a los ojos de todos soy una niña y no entiendo lo que está bien y lo que está mal. Mis dibujos delatan la perturbación de mi mente, pero eso nadie lo sabe. A los ojos de los mayores garabateo cosas parecidas a una casa con jardín, una familia, e incluso un perro, cuando lo que en realidad deseo es dibujar a ese mismo perro abierto en canal en medio del jardín. Quizás sea duro escuchar palabras crueles en un niño, no lo sé…yo sólo actúo como soy y eso debería alegrar a los mayores, pues yo me acepto a mi misma…son ellos los que sé que no lo harían.
Mis padres siempre han sido muy buenos conmigo, nunca me ha faltado de nada. Jamás me han pegado ni han dicho una palabra más alta que la otra. En el vecindario somos una familia muy bien considerada.
Todos los domingos por la mañana acudimos a misa de once. Es uno de mis momentos preferidos. En la iglesia imagino que mi presencia incomoda a Dios y que no puede evitar amarme como a los demás. Yo sonrío y lo miro desde el banco de madera, me arrodillo y finjo que rezo. Al salir, mis padres siempre se quedan charlando con los vecinos y yo aprovecho para escaparme para jugar en el cementerio. Ensucio mis zapatos de charol con la tierra del camposanto. Es tierra sucia, muerta …me gusta su olor. No me dan miedo los muertos, sólo están durmiendo bajo tierra. A veces tiro piedras a las tumbas para intentar despertarlos, otras me acerco y les susurro cosas, como que se merecen estar ahí…o que voy a ir al cine y a comerme un helado y que ellos ya no podrán hacerlo nunca más…
Al volver a casa siempre pienso que mi alma está limpia de nuevo y que nada de lo que he hecho anteriormente cuenta en la lista de los pecados semanales…
Miradme, soy inocente, pura…. angelical. Nadie puede imaginar lo que escondo en mi armario, nunca, nadie lo adivinaría…
De todos modos, sé que hay unas palabras mágicas para borrar toda culpa en el caso de que descubrieran mis tesoros …y es que ¿quién puede enfadarse con un niño? Unas cuántas lágrimas y…

¿ME PERDONAS?

lunes, 24 de agosto de 2009

ESPERÁNDOTE...



Terrible sensación la de la incertidumbre…
Mis palabras resuenan en el viento al despertar. No estás tú, a mi lado ya no hay nadie.
Dicen que el tiempo lo cura todo. Dime entonces porqué mi corazón sigue llorando tu ausencia tras treinta años de espera.
Te fuiste aquella mañana de agosto. El sol brillaba tanto en tus ojos…
Las luces de la ciudad se encendieron al caer la noche y tú no regresaste junto a mi.
¿Dónde estás? ¿Dónde he de ir a tu encuentro?
Jamás cesaré de buscarte entre la gente. A veces me quedo quieta, cierro los ojos y espero que me abraces por la espalda.
Sueño contigo todas las noches.
Miro las fotos de boda…éramos tan jóvenes. Recuerdo las tardes en la playa junto al mar, cuántos planes de futuro que han quedado en el olvido.
Las lágrimas hundieron mis ojos en la tristeza absoluta. Mi cuerpo se abandona a la tragedia día tras día.
Oculto mi rostro bajo mis manos. Marchitaron hace tiempo al no poder acariciarte, al no poder entrelazarse con las tuyas. La dorada alianza brilla como el primer día, pues mi amor sigue intacto. Un pulso ganado hace tiempo por la desesperación de no saber nada de ti.
Me revuelvo al pensar que no eres libre para volver junto a mi.
¿Qué te pasó? Ni siquiera tengo un lugar dónde ir a llorarte.
Háblame mi amor, llámame y alivia mi corazón. Nada es peor que la muerte en vida.
Un aniversario más sola, en nuestra mesa bajo el porche. Levanto la copa de vino y sostengo la mirada a la luna. Tal vez ella quiera acunar mi llanto en sus brazos y me susurre al oído dónde te encuentras...
Ésta noche me acostaré de nuevo en mi lado de la cama, esperando oír tu voz en mis sueños y al despertar verte junto a mi, sonriéndome y acariciando mis canas.
El beso del encuentro adormecerá el dolor para siempre porque habrás vuelto y todo volverá a ser como antes…como antes…como antes.

jueves, 30 de julio de 2009

MI TORMENTO


En mitad de la oscuridad el sudor cae por mi frente. Una noche más sin dormir por culpa de ellos. He perdido la cuenta…a penas puedo respirar cuando deciden invadirme. ¿Por qué me despertáis? ¿Por qué me habláis a la vez? Palabras vacías que atormentan mi mente.
Después llega la calma, tarde, pero llega. Pero cuando menos lo espero de nuevo oigo un pitido atravesando mi oído, una especie de señal para que sepa que están a punto de llegar.
Veo sus rostros, sé que están alegres, porque no puedo detenerlos, porque no sabría que hacer si me ordenaran acabar con mi vida.
Son muchos, muchísimos. Un ejército de seres deformes, descarados y malignos. A veces creo que sólo son fruto de mi imaginación…no son reales, pero otras…sé que lo son. Aparecen en cualquier momento, sólo para recordarme cosas horribles, para reírse de mi. Una explosión de palabras perturba mi cabeza y no puedo ni tenerme en pie. No soporto sus provocaciones, no puedo contestarles, apenas escuchan, sólo hablan y gritan sin parar. Repiten frases, primero unos y luego otros, se oyen ecos y golpes en mi cabeza, no entiendo bien lo que dicen, pero sé que son cosas terribles. No puedo bajar el volumen de sus voces, está altísimo y creo que me voy a desmayar de un momento a otro.
Sostengo mi cabeza con las dos manos y tiemblo de rabia y desesperación. ¿Qué he hecho yo para que estéis contra mi? ¿cuánto va a durar todo esto? No puedo más …. por favor, parad,, callad de una maldita vez, basta ya!!!!!!!!
De repente se produce un silencio, apenas unos segundos y una voz, esta vez sólo una pero muy grave y rotunda, susurra en mi mente:

- NUNCA PODRÁS ACALLARNOS PORQUE SOMOS LA VOZ DE TU CONCIENCIA.

Caigo desplomado al suelo, ahora sé que jamás podré deshacerme de ellos. Soy yo, estoy loco y nadie nunca me creerá.
A lo largo de mi vida he hecho cosas de las que debería arrepentirme, pero de eso hace tanto tiempo y es tan doloroso recordarlo, que la mente produce lagunas, las intenta borrar para paliar el dolor. No fui victima sino verdugo y ahora y por siempre, pagaré por ello.

lunes, 27 de julio de 2009

AVERNO



¿ Sientes el calor? ¿Oyes los gritos? arrodíllate, estás en el infierno. Cuidado, no te me acerques, no te haré bien. Aquí estamos todos sentenciados por nuestros actos y ya no hay vuelta atrás. Mírame, yo ya no puedo verte, pues mis ojos ahora sólo distinguen el fuego y la oscuridad de mi alma.
No te escondas, siempre te encontrarán.
Ardo como ardieron mis ilusiones en vida. Aquí no existe el día ni la noche, las llamas reinan en esta especie de mundo subterráneo. Caí en la avaricia del ser, en los actos ruines, en la mezquindad del ser humano. No soy peor que tú, no creas que aún puedes salvarte pues debes pagar por todo lo que has hecho y lo harás…
Siento el frío de mi cuerpo muerto mientras las llamas me alcanzan. El fuego me rodea, me paraliza y ya apenas me muevo. Sientes el dolor atravesando tu alma, no has sufrido nada igual en vida, es inimaginable, indescriptible y aterrador. Me atormenta esta agonía. Ardientes ríos te arrastrarán junto a todas las otras almas pidiendo clemencia. Susurros infernales retumban en mi cabeza, puedo oírlos todo el tiempo, son los demonios que habitan ahora en mi. Me acompañarán eternamente, ya no hay esperanza…y tampoco para ti. Bienvenido al infierno , tu alma está condenada.

viernes, 24 de julio de 2009

¿ JUGAMOS ?



Caminando entre sombras se llega a la oscuridad. En el camino, las pupilas se dilatan para poder ver a tu enemigo, al acecho como tú, como todos los que ansían sentir ese dulce e indescriptible contraste de la sangre caliente en el frío acero. Mira hacia los lados, no sabes por dónde vendré, no te imaginas lo hondo que clavaré el puñal en tu cuerpo para poder girarlo repetidas veces. ¿Sabes quien soy? No, no me conoces ni yo a ti y eso es lo mejor, porque no sé quien eres ni me importa, sólo quiero matarte, acabar con tu vida para poder calmarme.
En ese oscuro callejón todos sabemos a lo que vamos, a lo que nos enfrentamos. Es un juego divertido en el que hay que estar atento si no quieres morir. La sangre saliendo por mi boca sería el mejor final, para poder saciar mi sed antes del último suspiro. Puestos a morir, qué mejor que hacerlo con mis semejantes, en manos de alguien tan demente como yo. La policía no se acerca esta noche, sabe que es "el día de la limpieza” asesinos de todas partes nos desafiamos para que haya una lucha sangrienta, carne contra carne. ¿Quién dá más? Nunca participar en algo fue tan emocionante…
Desde mi escondite huelo la sangre derramada…mmmmmmmm…que dulce excitación siento, quiero más y no puedo estar quieto por mucho tiempo. Me levanto sigilosamente y me acerco a la esquina, allí seguro que hay alguno de los nuestros, siempre creen que las esquinas son seguras. Rajar el cuello limpiamente a contraluz sólo puede ser obra de un maestro. ¿Cuántos van? Ni lo recuerdo…me apetece ver entrañas húmedas y resbaladizas a mi alrededor.
Vuelvo a avanzar en la oscuridad, voy palpando la pared esperando encontrarte, estás avanzando tú también, te intuyo.
Emocionante…venga, acércate, tú y yo sentimos lo mismo, el placer de matar. Estamos a un nivel superior, somos como dioses, poseemos esa inquietud y la explotamos con crueldad. En realidad nacimos así, es nuestra única realidad y lo que nos hace sentir vivos, así que avanza sin miedo, te estoy esperando, quieto…y sonriendo. ¿jUGAMOS?

jueves, 23 de julio de 2009

ERA TAN REAL...






Me remuevo, sé que estoy soñando pero parece tan real…
Estoy en un paseo, junto a la playa, voy andando tranquila, mirando el paisaje. Una sensación extraña me incita a correr, muy rápido, como si fuera a despegar…
Me veo suspendida en el aire, los pies descalzos cuelgan y mis cabellos me tapan la cara. De repente, todo toma otra dimensión, las cosas giran a mi alrededor más y más deprisa. Me mareo, me asfixio, apenas veo nada pues mi cabeza da vueltas y tengo la vista borrosa.
Caigo. Como si alguien me soltara desde muy alto, dejando que mi cuerpo se abandone hacia el vacío.
El impacto es brutal, hasta puedo oír el sonido de mis tobillos al romperse, un sonido seco y frío.
El dolor es insoportable, agudo, veo sangre y mis huesos partidos. Nadie a mi alrededor, estoy sola y me invade el pánico. Grito desesperadamente, no sé que hacer. Cierro los ojos, los vuelvo a abrir y veo una multitud de gente rodeándome. Me miran sin verme. Apenas medio palmo y no puedo tocarlos. Les pido ayuda. Tengo las piernas torcidas de un modo imposible, contra natura. Todos se giran, me dan la espalda y empiezan a caminar por el paseo, como si todo estuviera bien, como si alguien hubiese hecho lo correcto al tirarme al suelo de aquel modo.
No puedo creerlo, no puedo andar y a nadie le importa. Veo niños jugando a la pelota, un perro se acerca para olisquearme, lo intento acariciar para luego retenerlo y obligar a su dueño a ayudarme. Nada, el perro también me resulta inalcanzable.
Cuando apenas podía seguir respirando de tanto dolor, cuando mi cuerpo estaba al borde del desmayo, algo o alguien me sujeta por la nuca y me hace levitar…Me elevo tan alto que las personas parecen hormigas despiadadas. Sonrío al sentirme a salvo, intento ver qué es lo que me sujeta, fuerte, pero sin dañarme. Cuando giro el cuello hacia atrás, elevo los ojos y veo un rostro nubloso, una especie de demonio altísimo, delgado y medio transparente. El pánico se adueña de mi, intento patalear con todas mis fuerzas para zafarme de ese ser. Entonces es cuando él, con la mano aún en el aire, me arrastra hacia la playa. Sigo suspendida en el aire y su mano ahora me aprieta mucho más. Mi nuca empieza a sangrar y siento tanto miedo que ya no puedo moverme. La velocidad toma mi cuerpo. Me adentro en el mar , paso por encima de él de un modo trepidante. Siento las gotas de agua junto con el viento en mi cara. El aire corre tan aprisa que no puedo respirar de frente. De repente, la mano que me sujeta decide adentrarme en las aguas. Me sumerge, muy hondo, yo apenas he podido coger aire. Me desespero, estoy siendo arrastrada por algo a través del mar y no creo que pueda soportarlo. Se me inundan los ojos cuando los intento abrir. Sea lo que sea lo que quiera ese ser de mi, parece que lo va a conseguir, yo empiezo a dejarme llevar, ya no lucho contra el agua, ya apenas respiro. Dejo las manos flojas al igual que mi cuerpo .Sigo surcando las aguas velozmente, pero ahora sin resistencia alguna. Todo para en un instante, ya no siento miedo .¿ Me habré despertado? Me giro despacio intentando ver dónde ha ido aquel demonio.
Detrás de mi un sacerdote diciendo unas palabras para el descanso eterno de un alma. Vuelvo la cabeza y enfrente de mi puedo distinguir a mi familia desolada, junto a un ataúd.

Dos años desde aquel sueño y ahora sólo puedo mirar al horizonte desde la playa, dónde mi alma deambula entre las olas y el viento.

miércoles, 22 de julio de 2009

POSESIÓN



El destino ya hacía tiempo que decidió por ella. Las calles mojadas de la ciudad callan ante los gritos nocturnos y las súplicas al cielo por que acabe todo.
En la habitación rasguños en las paredes, sangre alrededor de la cama y frío…mucho frío en la oscuridad.
Dicen que no hay que temer a lo desconocido, me pregunto qué sentiría esa chica al oír estremecedores susurros en la noche. Qué se debe sentir al notar que una fuerza, que no puede ser de este mundo te posee. Cómo te dejas llevar contra tu voluntad y atónita te ves obligada a dejar de ser tú misma para pasar a ser una marioneta, elegida al azar, víctima de tu propio miedo, seguramente por no creer, o por creer demasiado, eso es capricho del azar. Nadie está a salvo de la oscuridad.
Era joven y demasiado inocente para pensar que un inofensivo juego como la “ouija “podía llegar a marcarla para siempre. Bastó una tarde de invierno en su casa para ser la elegida, para que los ojos del mal se posaran en su dulce cuerpo. El aroma a muerte asomaba por la ventana pudriendo la madera.
No hay descanso para quien juega con lo que no debe. Se abrió una puerta cerrada, dejando una esperanza a entes diabólicos, hambrientos de sangre y dolor.
Los esfuerzos de su humilde familia para terminar con su tormento de nada sirvieron. Los amigos desaparecieron, los vecinos miraban hacia otro lado y la iglesia apenas contaba con un sacerdote dotado para ejercer un exorcismo. Los padres se consumían a la misma velocidad que su hija al verla sufrir de aquel modo, al ver su cuerpo haciendo contorsiones imposibles mientras una voz desconocida maldecía su nombre. Miedo, pavor, pánico en el silencio que jamás volverían a disfrutar a su lado, porque ahora en su casa, una fuerza demoníaca se había apoderado de ella, para siempre.
Un pequeño crucifijo dorado en la mano de su padre es apretado con fuerza... tanta, que hasta se hiere al clamar a Dios compasión por la criatura. Voces, gritos y sollozos estremecedores, todo alrededor se torna demencia infernal.
El ambiente en esa casa es lúgubre, las paredes lloran sangre al ser testigo de tanta locura, tanta maldad y ensañamiento en un frágil ser, ahora maldito.
Al girar la cabeza, boca abajo, los ojos en blanco se dirigen a la madre, atenta a cualquier esperanza de reconocer a su hija bajo ese rostro deformado e inhumano y le dedica una última sonrisa. Una mezcla de alivio y desesperación en esa mueca que, a modo de despedida, le indica que la posesión ha llegado a un punto sin retorno. Ya no hay esperanza para pensar que tal vez pueda sobrevivir a su lucha interna con el mal. Jamás.