ERA UNA PERSONA DE ESAS, QUE MURIÓ JOVEN COMO SOLO UN ALMA VIEJA PUEDE HACER...

PASAD...

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¿JUGAMOS?

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¿QUÉ OPINAS DE MI BLOG?

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jueves, 29 de octubre de 2009

AGONÍA




El camino de la vida perece ante la más absoluta oscuridad.
Jueves soleado, derecho hacia la más eterna de mis derrotas.
No aplaudáis a quién no amó.
No lloréis por quien no daría la vida por vosotros.
No os susurréis palabras de consuelo al oído, pues no hay más consuelo que saberse vivo mirando hacia un ataúd.

Oigo pasos arrastrados sobre la gravilla. Oigo el silencio de vuestra conciencia.
La más terrible de mis pesadillas está cobrando vida. Muerto, estoy muerto.
Siento cómo se mueve esta estrecha caja. No puedo gesticular aunque mi cabeza sigue pensando... Mi mente se acelera ante el temor de saber que en realidad sigo vivo. Intento gritar y me sorprendo a mí mismo tapándome la boca. Ahora puedo moverme. Estoy angustiado y sin embargo al llevarme la mano al corazón no siento los latidos…Estoy muerto realmente. Mi cuerpo está moviéndose pero ya no estoy vivo.
Doy patadas al aire. Golpes sin respuesta. Me zarandeo de lado a lado para tambalear la caja y nadie me socorre. ¿Por qué no puedo gritar? Quiero desgarrar mi garganta con furia y agarrarme a la vida.
Mis dedos destrozados aporrean mi ataúd. Lucho por salir pero el camino sigue incesante hacia el fondo de mi olvido.

Entre sollozos, cierro los ojos. Al abrirlos de nuevo , un extraño ángel oscuro me está mirando. A un centímetro escaso de mi cara, me sonríe cínicamente.
Sus ojos son totalmente negros, opacos y su cabello oscuro, le cubre la mitad de su rostro. Sus palabras retumban aún en mis oídos…

- No te esfuerces más, no pueden oírte, pues sólo eres carne en movimiento. No tienes fuerza, te imaginas golpeando y no es así. Tu alma se quedó colgada en aquella habitación. Estás solo. Y no puedes morir pues ya estás acabado.



No tengo alma. No soy más que los restos de mi dignidad.
Ahora sólo me queda ver mi propia putrefacción. Agonía que sufriré en silencio en la quietud de este cementerio.

jueves, 22 de octubre de 2009

LA CASA DE MI TÍA




No estamos solos. Cada día me convenzo más de ello…pero, ¿qué hace que unas personas puedan ver y otras no? ¿qué hace que alguien pueda contactar con seres de otro plano y otros no?
Con el tiempo me doy cuenta de que contra más cercanos a la muerte, más sensibles nos volvemos. He vivido experiencias extrañas, he sido testigo de visiones que, contadas por un ser cercano, son aún más aterradoras.

Hace unos años decidí pasar una temporada en casa de mi tía, una mujer de 85 años, con la cabeza muy bien amueblada, pero con los típicos achaques de la edad.
Un carácter indomable junto con una rígida educación hacía de mi tía una mujer especial.
Nunca se casó, tampoco tuvo hijos aunque según ella, los últimos años de su vida, estuvo rodeada de niños…
Vivía en un caserón a las afueras de la ciudad. Cerca de las vías del tren. Un lugar tranquilo. Era justo lo que yo necesitaba.
Me trasladé un tiempo a su casa para cuidar de ella y para poder concentrarme en la carrera. La casa era silenciosa, así que podría estudiar sin problemas…o eso creía yo.
Nunca olvidaré la primera noche que pasé en esa casa.
Mi tía, ilusionada con mi llegada decidió preparar una cena especial. Cuando me disponía a servir la cena se extrañó de que yo sólo hubiera llenado dos platos. Me miró de reojo y en silencio, sirvió un plato más…

-¿Para quién es ese plato tía?

-Para él, me ha dicho que tiene hambre.

Nadie se sentó con nosotras en la mesa aquella noche, pero algo me hizo pensar…que no estábamos solas.

La casa disponía de cinco habitaciones, dos en la planta de abajo y tres arriba. Yo dormía en la habitación contigua a la de mi tía, en la planta superior. No había apenas luz y los muebles era muy antiguos.

Aquella noche escuché ruidos abajo, ronquidos, voces, pasos en las escaleras. No me atreví a salir de la habitación.
A la mañana siguiente le pregunté a mi tía si ella también escuchó todo aquello.

-Claro hija, son ellos, pero saben que estás aquí y se esconden.

-¿Pero quiénes son? ¿Los conoces?

-No, pero me hablan, me molestan, no me dejan dormir.

Aquello me aterró. Pero más aún me sorprendió ver que todas las camas de las habitaciones estaban deshechas…Alguien había dormido allí.

Fueron pasando los días y aunque no siempre sucedía algo, yo estaba totalmente alerta, asustada, pues creía que alguien entraba en casa para molestarnos.
En una ocasión llegué a casa y encontré a mi tía sentada frente a otra silla. Cuando me vió me dijo:

-Vaya, le has asustado.

- ¿ A quién?

- Al niño que había aquí.

-¿Dónde está?

-Se ha ido corriendo hacia allí.

Mi tía señaló hacia la habitación del fondo. Yo sólo veía el largo pasillo oscuro y la puerta de la habitación cerrada. Me acerqué lentamente y abrí la puerta. No vi nada, pero un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.
Al volver junto a mi tía me dijo entre llantos que llevaba toda la tarde jugando con ese niño y con muchos otros que están en la habitación, pero que no quieren verme. Ella sólo quería que le dejaran ver la tele tranquila pero los niños se la apagaban contínuamente ... Cuando ella les reprochaba su actitud le intentaban hacer caer al suelo. Me dijo que tenía miedo y que gracias a Dios que había llegado yo...así almenos se marchaban un rato.

-Tía, ahí no hay nadie, estabas hablando sola.

- No es verdad, no quieren jugar contigo, eso es todo. Mira, el niño que estaba aquí sentado se iba a tomar ese vaso de leche.

Efectivamente, junto a la silla, en el suelo, había un vaso de leche aún sin beber.

-Nadie se va a beber eso, porque aquí no hay ningún niño, estamos solas.

- Eso es lo que tú te crees. Te voy a demostrar que sí que están aquí. Además,me han dicho que tú también los oyes, pero que aún no quieren que les veas.


Aquel día fue el último que pasé en ese caserón. En mitad de la noche pude escuchar perfectamente arañazos en mi puerta y como si alguien se sentara apoyado en ella. No me atreví a abrirla, pasé toda la noche mirando hacia la puerta…aterrada.


Mi tía estaba enferma pero no estaba loca, sabía muy bien de que hablaba .Ella siempre decía que los muertos pueden estar dónde ellos quieran y que a esos niños simplemente les gustaba estar allí. Ella hacía lo posible para que se fueran pero creo que nunca lo consiguió. Murió en esa casa, años más tarde. Jamás volví a hablar de ese tema con ella.

Nunca llegué a ver nada, pero sin duda sentí a esos niños, oía como corrían en la planta superior y como se reían durante la noche.
Tres meses aguanté en esa casa, tres meses de largas noches sin dormir. Tres meses en los que me acabé de convencer de que no, no estamos solos y que si ellos eligen vivir contigo, hacerte la vida imposible, es muy difícil librarte de sus caprichos. También me convencí de que si quieren que los veas… los verás.

viernes, 16 de octubre de 2009

EL JUGO DE LA VIDA




Todo empezó la primera vez que escuché los latidos de un corazón. Estaba jugando en mi habitación con mi hermana pequeña. Su cuerpecito yacía inerte esperando a que yo, como doctora, dictaminara cuál era su enfermedad. Después de mirar la temperatura y comprobar sus reflejos, me dispuse a tomarle el pulso. Aquello me sorprendió. El bombear de la sangre me pareció excitante.

En una ocasión, estando en el patio del colegio, una niña se cayó al suelo. Me acerqué, le tendí la mano y no pude evitar acariciar su rodilla herida. Sólo quería probar su sangre…
Movida por mi oculta inquietud estudié medicina. Quería vivir cada día ese extraño placer, esa sensación de poder, de probar lo prohibido.
En cada operación, necesito hundir mis dedos en ese líquido delicioso. Humedezco mis labios y cuando nadie puede verme saboreo la sangre fresca que gotea por mis manos.
Ese sabor óxido, puro, dulce y extraordinario me enamora el alma, me pervierte y me condena a no poder vivir sin él.
La sangre ajena, parte de otro ser está en mis labios, en mi lengua, en mi paladar…y eso me hace sentir poderosa.
El jugo de la vida, el ansia de arrebatar lo que no me pertenece, pero que tomo impunemente sólo por placer, sólo por saber a qué sabe la vida de los demás.
Cuelgo mi bata blanca sabiendo que mañana otro extraño entrará en mi consulta. Una víctima más de mi adicción, mi locura, mi satisfacción, mi condena…


Pero toda condena conlleva una culpa, un secreto que en mi caso fue algo inevitable. Me dejé llevar por mi obsesión.
Fue un martes de un caluroso agosto. Estaba agotada después de una larga mañana de duro trabajo. Una última operación y podría irme a casa a descansar. En la camilla, tendido un chico de veinte años. Desde el comienzo, supe que algo no iba bien, me sentía débil y no podía concentrarme. Sucedió todo tan deprisa…
De repente, una de las venas del cuello del paciente empezó a sangrar de un modo imparable. Me quedé paralizada, no era capaz de parar la hemorragia. Todo a mi alrededor se tornó borroso. Los auxiliares me gritaban sin parar para que reaccionara, me agarraban la cara y yo…yo sólo veía borbotones de sangre animándome a succionar.
Intentaron salvar la vida del paciente ante mi atónita mirada. Intentaron sin éxito que aquel chico de veinte años no acabara sus días en esa camilla de hospital. Mi única defensa era mi secreto, no podía descubrirme ante nadie. Dejé morir a aquel chico con la única intención de deleitarme con ese caldo sublime y embriagador. Sólo deseaba estar a solas con él y saborear cada uno de sus órganos para calmar mi sed, para probar de nuevo en silencio, el jugo de la vida.

martes, 13 de octubre de 2009

AMANECERÁ...



Dos sombras en una habitación miran el reloj de la mesita de noche.

-Es tarde.

-¿Para qué Mamá?

-Para despertar hoy. Sueña hijo mío y confía en que la oscuridad desaparecerá y mañana será un nuevo día, ya lo verás.

-Quizás eso no suceda nunca más mamá…

-No digas eso. ¿Acaso los muertos no sueñan? , ¿ Acaso los no vivos no tenemos esperanzas? Amanecerá...hijo mío…amanecerá....

lunes, 12 de octubre de 2009

DESCANSE EN PAZ



La muerte, pago obligado por haber alcanzado la vida.
El último pensamiento, la última bocanada de aire, el último latido.
De repente, dejamos de existir, dejamos de sentir, dejamos de vivir.
Me pregunto qué se debe de sentir al morir, cuántas palabras silenciadas querríamos haber dicho…
Un olor dulzón rodea a los moribundos, es un olor extraño y espeso que puede palparse en el ambiente.
¿Qué día moriré? ¿Quién estará a mi lado?
La incógnita del más allá me fascina. Me aterra seguir viviendo sin mis seres queridos y me alegra saber que puedo encontrarlos en otro lugar.
En un mismo día millones de almas van hacia esa extraña luz…Un túnel dónde almas bondadosas nos tienden la mano.
Pero, ¿ por qué tiene que ser una luz blanca y purificadora?. Tal vez, al morir veremos un oscuro abismo que nos adentrará en un remolino de almas perdidas.
Nadie vino a contarlo.
Hoy me planteo la muerte. Hoy quiero pensar que las buenas personas descansan en otro plano y dejan de sufrir lo que en vida sufrieron. No puede ser de otra manera.

jueves, 8 de octubre de 2009

UN DÍA FUI COMO TÚ


Gracias a mi querida Azul, supe que en el blog de Senovilla se estaba llevando a cabo una iniciativa muy interesante: CELEBRAR EL DÍA DE LA SOLIDARIDAD.

Os dejo las direcciones pues os recomiendo que visiteis sus blogs:

www.mimarymicielazul.blogspot.com

www.senovilla-pensamientos.blogspot.com

Aquí os dejo mi aportción, feliz día de la solidaridad.En mi anterior entrada dejo claro que aún hace mucha falta...



UN DÍA FUI COMO TÚ


Desde la ventana de mis ojos, las calles mojadas adornan el triste paisaje. Lágrimas de un Dios al que rezo todos los días al despertar. Un día más, un día menos…qué más da.
Rezagado entre cartones paso la noche a la intemperie. El dolor de los huesos no es nada comparado con el dolor de mi corazón, que bombea sangre igual que el tuyo pero no late de igual forma. Mi corazón envejeció hace mucho tiempo, soportando el peso de la tierra esparcida por mis recuerdos. Ya no sé ni en que momento dejé de existir para el resto del mundo.
Todos los días parecen iguales desde esta esquina. En ella permanezco cabizbajo durante horas sumergido en mis pensamientos. En ocasiones, levanto la vista, esperando encontrarme con algún rostro conocido, alguien con quien poder hablar sin sentir el rechazo o la indiferencia.
Miro mis manos y siento lástima de mí mismo. Son ellas las que trabajaron duro para sacar adelante a mi familia; son ellas las que se aferraron a un martillo para construir mi casa. Ahora, son sólo unas manos sucias y agrietadas por el frío. Ahora, son sólo unas manos vacías que no recuerdan lo que es sentir una caricia.

Un día fui como tú. Yo también tuve nombre y apellidos, una historia que contar. Un trabajo, un hogar y una familia que iluminaba mis ojos al despertar.
Sueños de futuro que se perdieron entre la basura…

Desde mi rincón tarareo en silencio canciones de mi infancia. Imagino que vuelvo a ver a mis hijos y les susurro al oído que nada de esto es real, que soy papá, que vuelvo a casa y que ya nada me separará de ellos.

Mendigando alguna moneda o algo para comer sonrío de pena al ver rostros de desaprobación, burlas y gestos de indiferencia.
No se dan cuenta de que yo también sufro, que el orgullo y la dignidad también forman parte de mi.
Uno no sabe nunca por qué caminos le llevará el destino. Hoy estás arriba y mañana puedes descender al pozo más hondo.
Hoy me acostaré con el estómago vacío y los ojos llenos de lágrimas. Mañana, con los primero rayos de sol caminaré sin rumbo hacia un futuro incierto.
Un día fui como tú y quien sabe si algún día, con tu ayuda pueda llegar a serlo de nuevo.


La solidaridad es la empatía por el que sufre, por el que añora un pasado mejor o por el que ni siquiera lo tuvo. Es beber con la misma sed del que necesita el agua que otros dejan correr. Es no girar la cara ante el maltrato, el abandono o la intolerancia. Es mirarse a los ojos y saber que juntos se puede hacer mucha fuerza.
Es simplemente, tener sangre en las venas y luz en el corazón.

viernes, 2 de octubre de 2009

CUIDADO CON LO QUE DESEAS...


En mi vida he cometido muchos errores. Mi mente morbosa, en ocasiones, ha deseado cosas que jamás deberían pronunciarse.
Cuidado con lo que deseas…porque se puede hacer realidad.
¿ Cómo se siente una persona al cometer un asesinato? ¿ A qué sabe la sangre de un niño inocente? ¿Qué tacto tienen los órganos de un animal desgarrado?...esas y otras muchas preguntas rondaban por mi mente mientras tecleaba sin ganas palabras inconexas para algún relato.
Lo que nunca imaginé es que pronto sabría todas las respuestas… Viviría en mis propias carnes todas aquellas horribles experiencias.
El sueño, el poder de la mente mientras dormimos alcanza límites inimaginables y aterradores.
Aquella noche al acostarme, una sensación muy extraña se apoderó de mi. Al cerrar los ojos se aglomeraron en mi cabeza remolinos de imágenes y sonidos inquietantes…llantos de niño, gritos desgarradores, aullidos y disparos se mezclaban con ríos de sangre, cadáveres y violaciones.
Mi cuerpo seguía tumbado respirando al compás de un reloj descontrolado. En el sueño, mi rostro ya no era el mío…y mis ojos miraban a través de alguien desconocido. Eran los ojos de un asesino, de una mente desquiciada y llena de maldad. Podía sentir la sangre correr por mis manos, el sabor a óxido en mi boca y las súplicas de mis víctimas antes de morir.
Mi mente se esforzaba en huir de allí, en apartarme de aquel dantesco escenario de dolor y ensañamiento. Como un castigo por desear lo que no se puede hacer… las incongruencias de la mente.
Desperté empapada en lágrimas y sudor por lo que aquella noche viví intensamente. La visión de la crueldad en primera persona. La maldad personificada se adueñó de mi mente por unas horas…
Cuidado con lo que deseas porque se puede hacer realidad.
Después de aquella experiencia jamás he vuelto a ser la misma…
Ahora sé lo que se siente al matar a alguien, sé lo que ve un asesino…y también sé que no se arrepiente de nada.
No sé en quién me reencarné aquella noche, no sé la identidad del que me llevó de la mano por tantos hechos atroces…sólo puedo decirle que le maldigo mil veces por lo que hizo.
No puedo hacer más que llorar al saber que seres como ese forman parte de la especie humana.