LÁPIDAS FRÍAS

Cómo ya os comenté anteriormente, me ronda por la cabeza escribir un libro. "Sangre en el bosque" era el principio y "Lápidas Frías" es otro fragmento de cuando la dulce niñita se ha hecho mayor...



La tormenta no cesa, la ciudad está vacía y salgo a pasear, como cada día, como cada anochecer.
Es un buen momento para pensar, relajarse bajo el agua que, tal vez, limpiará mi mente de malos pensamientos.
Ando sin rumbo pero con un objetivo fijo.
Me llamo Estela, tengo 30 años y esta noche he salido a buscar una víctima. Las personas olvidamos pronto que estamos en constante peligro, creemos que la vida es larga, que somos libres. No es así. Cualquier día, alguien puede cruzarse en nuestro camino y terminar con nuestros sueños.. tal vez, en el fondo, porque esa persona carece de ellos.
Ya en mi infancia deseaba experimentar con la muerte, sentir ese olor dulzón que rodea a los moribundos.
Cuando enfermó mi abuela, en el hospital, todo el mundo quería protegerme de ese recuerdo, querían apartarme de él para que no lo viera así. Nadie sabía que lo que yo realmente quería era ver su último suspiro, ver su cara al encontrarse con el ángel negro.
Me consta que murió agonizando y retorciéndose de dolor..¿qué pasaría por su mente en esos momentos?
No creo en otras vidas, tenemos una y tenemos que aprovecharla, ser lo que realmente queramos ser. Yo no he elegido ser una asesina, he nacido así.
Al girar una calle veo a dos chicos, están apoyados en un muro, bajo un balcón resguardándose de la lluvia. No esperaré a que mi victima me dé un motivo, la elegiré sin más.
Me acerco a ellos y voy observando su reacción. Me miran como si fuera una loca, tal vez porque estoy totalmente empapada y no me importa, tal vez por mi mirada penetrante…tal vez por el cuchillo que llevo en la mano.
Acelero el paso a la vez que sonrío y sin mediar palabra clavo la hoja con fuerza en el corazón de uno ellos, el que antes gritó. Ahogo su llanto con la mano y siento el calor de su sangre saliendo a borbotones… Sus ojos me miran sin entender, suplicando por la vida. No siento ninguna compasión.
Mientras, el otro chico ha salido corriendo a pedir ayuda, no hará falta, nadie le puede ayudar…
Dejo caer suavemente a mi victima al suelo y presiono un poco más el cuchillo, quiero ver como se retuerce de dolor. Le agarro la cara para que me vuelva a mirar a los ojos. Ya no suplica. Su vida ha terminado aquí, en este callejón junto a mí.
Deslizo suavemente el arma y relamo la hoja, como un gato hambriento. Nunca hasta ahora había probado la sangre de otra persona..me pareció delicioso y excitante.
Oigo las sirenas, ya están muy cerca. No puedo recrearme como quisiera. Lástima porque quisiera experimentar infinidad de sensaciones junto al cuerpo inerte. Olerlo, palpar sus entrañas…saborear su muerte. Aún así me siento satisfecha, pletórica, poderosa…
Me incorporo, me pongo la capucha de mi abrigo y salgo a toda prisa. Mañana será otro día, un día más en esta vida en la que quizás, pueda acabar en manos de alguien como yo y es que la vida no es larga, no somos libres, todos estamos en constante peligro.