ERA UNA PERSONA DE ESAS, QUE MURIÓ JOVEN COMO SOLO UN ALMA VIEJA PUEDE HACER...

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lunes, 12 de abril de 2010

EL MAR DE LOS AHOGADOS






Las olas del mar de los ahogados van y vienen entre la vida y la muerte. En el fondo de sus aguas descansan los cadáveres de marineros e incautos. En las oscuras profundidades los muertos hablan…
En la orilla, la vida transcurre entre las lágrimas de las viudas y la desesperación de las madres.
Una noche dio comienzo a la leyenda de la misteriosa playa. Las palabras se las lleva el viento…y el mar las recoge .De entre las aguas tranquilas, emergió una botella con un mensaje. Un mensaje del más allá para establecer contacto con los vivos. Eran las palabras de un marinero dirigidas a su joven viuda enferma desde entonces…
Nada podía consolar a la muchacha que se dejaba morir de pena. Cada día acudía a la orilla del mar a llorar por su marido.
En el pueblo no se hablaba de otra cosa. El mar traía mensajes en botellas. Los muertos consolaban a los vivos. Cientos de hombres y mujeres encerraban sus palabras y las lanzaban a las profundidades esperando pronta respuesta. El milagro se sucedía día tras día.
Cartas de amor, fotografías de niños recién nacidos, todo lo que no se pudo decir en vida se decía ahora desde el otro mundo…
De repente, un día las alegres familiares dejaron de recibir mensajes. Ya nunca más hubo respuesta. Fue como si el mar les hubiese dado una tregua, una lección de esperanza hacia el más allá. Los muertos siempre vivirán en nuestros corazones y estén dónde estén siempre se acordarán de los que dejaron atrás.

Las leyendas son sólo eso…leyendas. Pero el mar de los ahogados cuenta con muchos testigos de lo que allí sucedió durante varios meses. El consuelo de poder despedirse de los seres queridos hizo que menguara la pena de los que en tierra se quedaron.

En recuerdo a aquel misterioso suceso se construyó una estatua de una botella con un mensaje en la orilla del mar.

lunes, 5 de abril de 2010

TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL...




Aborrezco la hipocresía pero me debo a ella para sobrevivir, para alimentar mi instintos más perversos.
Con los años he aprendido a sobrellevar otro modo de vida, otra fase, un nivel superior al que no todo el mundo está dispuesto a llegar. Si lo pruebas, jamás lo dejarás.
Comer carne humana significó para mí el comienzo de una nueva vida.
Todo empezó como un juego con mis dos compañeros de piso. Aquel sábado Carlos y Adrián llegaron muy tarde a casa. Entre risas intentaban abrir la puerta sin éxito. Me levanté de la cama y fui a ayudarles. En cuanto abrí la puerta Carlos cayó encima de mí y me tapó la boca para que no gritara…sus manos estaban ensangrentadas. Adrián sostenía entre sus brazos lo que parecía ser el tronco de una persona. Me incorporé asustada y les pregunté lo que había sucedido.
Ninguno de los dos me contestó. Colocaron el cadáver encima de la mesa del comedor y se sentaron frente a él. Sus sonrisas me descolocaron, no entendía, no sabía que debía hacer!!
Me quedé inmóvil frente a ellos, atónita y totalmente desconcertada.
De repente Adrián arrancó un pedazo de carne del cuerpo inerte y lo saboreó como el que degusta el manjar más exquisito del mundo. Carlos me miró sonriente y se abalanzó sobre la mano del muerto. Eran como dos lobos famélicos. Sus dientes al masticar producían un sonido distinto, pegajoso, extremadamente meloso y muy tentador…
Nunca hubiera imaginado algo así, pero me acerqué lentamente a la mesa y me senté junto a ellos. He de reconocer que fue la situación más morbosa de mi vida.
Tímidamente acepté el trocito de carne que Adrián me ofrecía. Jamás podré describir esa sensación. La carne cruda resbaló por mi lengua llenando mi boca de un sabor desconocido y delicioso. La sangre aún caliente invadió mi paladar haciéndome entornar los ojos de puro placer.
Aquella noche mis dos compañeros me enseñaron su juego, su rutina de cada madrugada del sábado al domingo… sólo que esta vez, decidieron hacerlo en casa para que yo pudiera formar parte de su ritual.
No puedo explicar esto a nadie, no me siento orgullosa de ello, pero tampoco me arrepiento…
Soy una chica normal, de una ciudad cualquiera, sólo que escondo un secreto aterrador para muchos, excitante para nosotros. Cada domingo comemos carne humana. Buscamos a nuestra víctima durante la semana, la seguimos y acabamos con ella. El próximo sábado me toca a mí ir a cazar. Será la primera vez que mato a alguien y estoy realmente nerviosa, pero me da morbo pensar que alguien morirá para satisfacernos, es como un trofeo. No puedo , no quiero parar, cada domingo nuestro ritual es sagrado. Tomad y comed todos de él….